Por Esteban Valdeolivar S.
Como un baño de agua helada cayó la afirmación del Dr. Hugo López Gatel, al señalar que, «a Acapulco le falta mucho por llegar a lo máximo de contagios por Covid19».
Para aquellos que pensaban que en junio se regresaría a la normalidad en la actividad turística se equivocaron; López Gatel nos situó en nuestra realidad, desordenada, rebelde, reacia a obedecer y como siempre, desafiante a la autoridad.
Lejos de disminuir las cifras de los contagios confirmados y decesos diarios, estos van en aumento y contando.
Por otra parte, como todos los años, el rústico método para preparar el campo antes de la siembra del maíz, contribuye a propiciar enfermedades respiratorias que en México en el 2018 según datos del INEGI, causaron 40 mil decesos.
Como sabemos, en Guerrero se tiene que apoyar a los campesinos con semilla y fertilizante, sino se encabronan; bloquean carreteras, roban trailers cargados de abono; toman oficinas gubernamentales y ayuntamientos, lo mismo que hacen colonos, transportistas, pescadores, cooperativistas, comerciantes formales e informales, ambulantes, desempleados, liderados y manipulados por seudo «dirigentes sociales y empresariales» en tiempos del coronavirus, ya que, amplios grupos de personas han estado en crisis permanente, en un estado donde tenemos el 50-70 por ciento de mujeres y hombres en pobreza y pobreza extrema, más los que se están incorporando a los índices de marginación social en un nuevo bloque de 10 millones de personas a nivel nacional, que como lo señaló el Coneval, pasaron a los indicadores de pobreza.
Estimados lectores, es indudable que la incorporación de más gente pobre, genera un cuadro que se mueve al peligroso extremo; lo que podría significar
más muertos, más desempleo, más pobreza, más hambre, más desigualdad,
mayor marginación, decrecimiento y
a la postre, más inseguridad y violencia.
Así, los pobres serán primero hoy y después, en un interminable círculo vicioso que no puede seguir de está manera; por eso, es necesario un cambio a fondo de las políticas públicas que impacten de manera positiva en el «desarrollo, bienestar y felicidad» de la población, pero también, todos debemos poner la parte que nos corresponde, porque está demostrado que el gobierno no puede hacerlo solo, necesita de la participación, creatividad, dinamismo y aportación de la sociedad civil, de otra manera el gobernante se vuelve absoluto y autócrata ante una colectividad dependiente y pasiva.
Por supuesto que nadie elige ni quiere vivir en la pobreza; salvo algunos que sí…de actitud y espíritu.
Cómo siempre, usted tiene la mejor opinión.
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