Opinión| Acapulco, no es suficiente

"No me ayudes compadre". Dicho popular.

_Por Esteban Valdeolívar S._

Cumplimos seis meses de confinamiento. La economía está en una situación catastrófica. La caída del PIB de 18.9% nos llevará a un retroceso de casi una década, según expertos.

Se podrá argumentar que ahora la caída del PIB no importa porque se distribuyen apoyos sociales, ya que, con un desplome de esa magnitud del PIB la actividad económica se seguirá reduciendo, desapareciendo empresas, empleos y recaudación fiscal, y el gobierno no tendrá recursos para seguir financiando sus programas sociales o reducción de metas.

En Acapulco, a partir de los primeros días de la crisis económica causada por la pandemia, señalamos la necesaria intervención de la autoridad local con incentivos fiscales y apoyos a las empresas y comercios de todos los giros para tratar de sostener el empleo y la productividad que genera recursos económicos, impuestos y derechos. Sin embargo, el silencio en respuesta fue evidente.

El gobierno local optó por atender los reclamos de personas que realizan sus actividades en el ambulantaje y comercio informal, entregando despensas y estableciendo comedores comunitarios para mitigar el hambre; bien hecho, sin embargo,
hoy, ya no hay despensas ni comida en la calle, a consecuencia de la caída del 80 por ciento del ingreso propio y recaudación en las finanzas municipales.

Muy tarde, desfasado e insuficiente llegó la aprobación del cabildo de Acapulco en multas, recargos y gastos de ejecución en el pago del impuesto predial, además del 50 por ciento de descuento en licencias de conducir;
sin incluir descuentos o exención del pago de licencias de funcionamiento de los giros comerciales que han permanecido cerrados, algunos temporalmente, otros de manera definitiva.

Los integrantes del cabildo, no entienden que no entienden que no hay dinero. No hay circulante en la calle que permita cumplir a los contribuyentes con sus obligaciones anuales, porque la economía está destrozada…colapsada, nadie está feliz, solo ellos que reciben un obeso y seguro salario de 200 mil pesos de sueldo y «gestoría» que ha llamado la atención en varias ocasiones del presidente de la República.

Los apoyos del gobierno a las micro, pequeñas y medianas empresas que representan el 97.3 por ciento a nivel nacional, nunca llegaron, se quedaron en declaraciones y buenas intenciones en los bancos y su burocracia financiera con «tasas preferenciales» impagables. Simplemente no hubo apoyo solidario ni intervención del estado como en otros países.
La respuesta fue evidente. Que los empresarios, comerciantes y prestadores de servicios «se rasquen con sus propias uñas».

En términos reales, las cuentas no salen para sostener la planta productiva con los negocios cerrados o al 30 por ciento de su actividad normal. No se necesita ser un genio en las finanzas para explicar que no hay dinero para pagar impuestos, servicios, empleados y una utilidad para el que trabaja, invierte y arriesga su capital para generar ingresos propios y seguir recibiendo pésimos servicios públicos municipales; contribuyendo a la obesa plantilla de trabajadores del ayuntamiento municipal e integrantes del cabildo que en la mayoría de los casos son ilustres desconocidos agraciados por la rifa en una tómbola o designación partidista, que representan intereses propios más no los de la ciudadanía.
Por eso, como bien reza el refrán popular, ¡No nos ayudes compadre!

Cómo siempre, usted tiene la mejor opinión.

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