Por Celestino Cesáreo Guzmán
¿Por qué una alianza electoral, si antes PRI y PRD habían sido antagónicos?
En primer lugar, porque se ha trazado una ruta ganadora hacia el 2020, sin abandonar nuestra ideología y principios.
La alianza es una decisión que conlleva riesgos, muchos militantes no se hacen a esa idea por considerarla antinatural, incluso de manera personal me ha generado una profunda reflexión.
En segundo lugar, algo que no cambiará cuando concluya este proceso electoral, es que se trata de una alianza coyuntural, incluso me atrevería a decir que de corto plazo.
Cada partido tiene su propia historia, y su propia concepción del futuro.
En tercer lugar, creo que sería un error no reconocer que esta alianza tiene una alta dosis de pragmatismo pero tiene sustento en una necesidad de dar al país un necesario contrapeso a la concentración de poder, ante una fuerza que pretende avasallar e imponer una visión personal de país.
En Guerrero, es necesario unir fuerzas para contener el deterioro que ha ocasionado una visión unipersonal de la vida pública.
En cuarto lugar, considero que se trata de una alianza para que Guerrero siga caminando por la ruta de la reconciliación y dar un nuevo impulso al crecimiento, y presentar propuestas de impacto para encontrar la salida ante la crisis por la epidemia.
Por último: ninguno de los partidos de la alianza que se estableció en Guerrero, renunciará a su plataforma política, tampoco repartirán votos, cada militante y simpatizante votará por su sigla política.
Por otro lado, creo que no tiene ningún sentido plantear como bandera de lucha desechar planteamientos que el presidente López Obrador hace al país, lo que ha llamado la Cuarta Transformación. Ni todo lo que impulsa el actual gobierno federal está mal y se debe desechar, ni todo está bien, y se debe corregir.
El PRD siempre abrió la puerta a una alianza de las izquierdas en Guerrero, si no pudo concretarse no es nuestra responsabilidad.
Yo estoy convencido que el PRD tiene mucho que aportar a la política y a la gente, somos un partido que con los años ha consolidado su vida institucional.
Por eso, más allá de una alianza, el reto que tenemos todos los perredistas es reconocer los errores que hemos cometido todos estos años para no volver a repetirlos, y transitar por los caminos que nos lleven a reconciliarnos con los movimientos que nos dieron origen.
Son tiempos de prudencia, de generosidad y de encuentro, por eso he planteado que tenemos que abrir las puertas a los compañeros que abrazaron la candidatura del presidente López Obrador en 2018, pero que no ven reflejado en Morena los principios democráticos, ni un apoyo decidido al desarrollo de Guerrero.
Las derrotas tienen un gran valor en política, si se tiene la humildad para aprender de ellas.
Las elecciones de 2020 en Coahuila e Hidalgo dejaron en claro que en política no hay nada escrito, que los programas federales tienen una capacidad limitada para influir en el electorado, y que las militancias leales pavimentan el camino al triunfo.
El conflictivo proceso interno de Morena en las entidades, en el cual Guerrero se distingue por el desconocimiento de los aspirantes a la decisión de su dirigencia nacional atizan el fantasma de la ruptura en Morena, y desmienten el postulado que esa emergente clase política no pelea por los cargos; más allá de sus principios, los intereses y la ambición los corroe, los desgasta.
La alianza del PRD y el PRI en Guerrero tiene el viento a su favor para capitalizar la distancia entre expectativa y realidad ante un pretendido cambio, cuyo trayecto de dos años y meses ha dejado una sensación de insatisfacción y escepticismo en académicos, intelectuales, líderes empresariales, organizaciones de la sociedad civil grupos sociales vulnerables, afectados por las decisiones del gobierno federal.
En nuestra alianza ya se levantó la encuesta, esperamos el resultado, confiamos que pronto tendremos candidato y todos estamos obligados a cuidar la alianza.
Con la alianza y unidos, podremos alejar a Guerrero de la confrontación entre buenos y malos, puros e impuros, populistas y neoliberales, pobres y ricos. Y seguir marcando la ruta nacional de un cambio con certeza, armonía, reencuentro y reconciliación.
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