Por Celestino Cesáreo Guzmán.
Una vez concluidas casi todas las fases del proceso electoral, Guerrero vivirá una nueva etapa en la que es de esperar que todos los actores políticos acudamos al encuentro con la historia con una actitud constructiva y comprometida, para colocar los cimientos del futuro en la entidad.
Si se establece un nuevo pacto sobre bases sólidas, que reconozcan la pluralidad de ideas, que abra cauces a la participación social, iremos en la ruta correcta.
Para ello es necesario reconocer que, en Guerrero, la elección mostró que somos una sociedad dividida no sólo en clases sociales, también por nuestras ideas políticas, prevalecen liderazgos que no se deben confrontar.
Avasallar o en el extremo, excluir y agredir, lo único que logrará es llevar a Guerrero por la ruta del conflicto. Si de por sí gobernar Guerrero es complicado porque existen movimientos sociales que con razones válidas se movilizan, toman las calles y edificios públicos para reclamar solución a sus demandas, acentuar la polarización política abonará a los desencuentros.
Para reconocernos en nuestra pluralidad, hay que partir del hecho de que ni siquiera los ganadores obtuvieron la unanimidad, y más aún: no se gobierna para unos cuantos, al menos no se debería gobernar con una visión excluyente.
En esta elección nadie ganó todo ni perdió todo, basta revisar la nueva configuración del mapa electoral en Guerrero: PRI y PRD gobernarán 43 alcaldías,15 Morena; PT, PAN, PVEM, tienen representación en todas las regiones.
Con un porcentaje de participación de 53.28 por ciento, esta elección será ejemplo del avance político de las mujeres.
El Congreso de Guerrero quedó integrado de manera plural y con equilibrio político. Las alianzas definirán la mayoría que conduzca la 63 Legislatura, esperemos que de mejor manera a la que está por concluir, llena de tensiones políticas y conflictos, que obstaculizaron los trabajos legislativos.
Si bien es cierto que en el resultado de las gubernaturas hay un mandato claro de alternancia donde el ganador fue Morena, la redistribución en la Cámara de Diputados debe verse como un mandato para acotar al Poder Ejecutivo.
Los resultados en la siempre vanguardista Ciudad de México dejaron en claro que el desencanto transmuta la esperanza en voto en contra. Cuando se sabe comunicar.
Una de las enseñanzas de esta elección debería ser, que nadie debe asumirse como depositario de la verdad, otra: que cese la descalificación y que todos pongamos un alto a la división.
En el caso del PRD en Guerrero, el resultado electoral nos dice que la militancia no le gusto nuestra alianza, el voto duro nos abandono.
O el PRD da golpes de timón certeros de lo contrario nos encaminamos rápidamente a perder el 3.6 en la votación nacional. Los opositores tenemos que definir con mayor nitidez nuestra táctica y estrategia, pero sobre todo, abonar con una actitud madura y responsable, para que Guerrero no caiga en la espiral de la inestabilidad social y política.
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