Opinión| PRD, ¿cambio de estrategia?

Por Celestino Cesáreo Guzmán

Una vez que concluyan todas las fases del proceso electoral vienen los balances al interior de cada instituto político, ¿cuánto gané?, ¿cuánto perdí? La frialdad y contundencia de las cifras ya ofrecen rasgos de los resultados, donde el triunfo es el parámetro de medición de un trabajo complejo y subjetivo como es el quehacer político.

Los resultados que ratifican a Morena como fuerza emergente, abrió un debate para los próximos meses sobre la conveniencia o no, de mantener la alianza PRD-PRI-PAN.

Es turno de los perredistas de colocarnos frente al espejo, de sentarnos en mesas de análisis y debate para trazar la ruta de los próximos años. No hay tiempo. Es urgente detener la caída y diseñar la ruta de la recuperación.

En ese ejercicio es ineludible recordar quiénes somos, de dónde venimos, reconocer si el PRD fue congruente o no en su propósito de democratizar la vida en el país, y transformar la forma en que se ejerce el poder.

El Sol Azteca creció y fue impulsado por diversos movimientos sociales que con el paso del tiempo se alejaron por las contradicciones en que incurrimos.

El PRD tiene mucho que aportar a la política y a la gente: somos un partido que con los años, ha consolidado su vida institucional; ante un pretendido cambio de paradigma que plantea la cuatroté, cuyo trayecto de dos años y meses, ha dejado una sensación de insatisfacción y escepticismo en académicos, intelectuales, líderes empresariales, organizaciones de la sociedad civil grupos sociales vulnerables, afectados por las decisiones del gobierno federal.

No tiene ningún sentido plantear como bandera de lucha desechar planteamientos que el presidente López Obrador hace al país, lo que ha llamado la Cuarta Transformación. Ni todo lo que impulsa el actual gobierno federal está mal y se debe desechar, ni todo está bien, y se debe corregir.

Sobrevivir, como lo ha hecho en los dos últimos procesos electorales, no es opción para el PRD. Tiene, por lo tanto, el reto de reafirmar su identidad como el verdadero partido de izquierda; reconocernos en nuestra historia, nuestros principios y valores y los aportes que hemos hecho en la construcción de la democracia en el país.

Pero sobre todo, acudir al encuentro con los movimientos sociales que han sido desdeñados, como las feministas, las víctimas de la violencia, los campesinos y ganaderos que resienten los recortes en los programas, las clases medias, y mostrarle a la inmensa mayoría de los pobres en el país, que desde nuestros gobiernos podemos llevarlos de la mano para abandonar su condición vulnerable, mediante programas que generen capacidades, y no los vean como clientela política, como ocurre en la actualidad.

El PRD debe definir con claridad, el fin de una alianza que no pasó la prueba de las urnas.

El PRD debe abandonar la alianza de centro derecha y definir con claridad un proyecto de izquierda social, democrática y progresista que sea contrapeso al populismo autoritario.

Recuperemos la autonomía del PRD. Ya no luchamos por el poder. Luchamos por conservar el registro.

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