Realpolitik| La Guardia y la inseguridad

Por Oscar Basave Hernández

En las últimas semanas el tema de la Guardia Nacional ha ocupado el debate central en la agenda política y pública a nivel nacional. Lo mismo sirvió para desestabilizar la alianza opositora del PRI con el PRD y el PAN, que también para que dentro de Morena se desbordaran los ánimos entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el senador Ricardo Monreal. Sin embargo, además de la calentura propia de la coyuntura, el tema principal no ha podido ser atendido con el mismo ímpetu con el cual se debate y que al final es el fondo del asunto, que es el de la inseguridad provocada por el crimen organizado.

En realidad, el fondo del asunto, la inseguridad provocada por el crimen organizado ha tenido su propio debate estéril. La política pública al respecto que es la de abrazos y no balazos; becarios si, sicarios no; acusar a los delincuentes con sus mamás; atacar las causas y no el problema; son parte de la estrategia propagandística del presidente López Obrador que tiene un enorme talento para armar frases cortas como slogan publicitario, pero poco productivas y efectivas al someterlas a la operatividad. 

A pesar de los buenos deseos presidenciales que se afianzan en sus frases propagandísticas no han dado los resultados esperados. Ni tampoco culpar al pasado gobierno de Felipe Calderón, ha mermado los homicidios ni las masacres. 

En este tenor, ha sido el Ejército el que ha llevado la peor parte de los resultados, pues han sido los videos de cómo esta institución ha sido doblegada, tanto en la frustrada detención de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán, El Chapo; como en las filmaciones que se han hecho virales provenientes de Michoacán y otras entidades, en donde los narcotraficantes han sometido a efectivos militares. 

Las agresiones filmadas y difundidas no han sido consideradas por el presidente como un agravio a las fuerzas armadas, sino como un acto de coherencia de que no deben responder con fuego a los criminales que los han sometido. 

Por otro lado, la asignación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional a pesar de los llamados desde el ámbito nacional e internacional de que no se militarice la seguridad pública, es otra más de las asignaciones que el Ejecutivo ha hecho en lo que va desde del sexenio, y en la que la cantidad de atribuciones y responsabilidades que el Ejército ha tomado es mayor a la que en su momento Felipe Calderón, y que tantas críticas le ha valido de parte del morenismo. El Ejército en este periodo ha sido constructor, empresario y administrador. Su presencia abarca muchas áreas de la administración que antes estaban destinadas a los civiles. 

Ahora a la Sedena además de todas las mencionadas, se hará cargo de la Guardia Nacional para garantizar la seguridad pública en México, ¿esto puede ser posible? Hasta el momento, por lo que se ha visto, la respuesta es no. Los videos que son del dominio público en el que se han visto desastrosos operativos se demuestra que no será así, al final de cuentas lo que ha permitido que las fuerzas del crimen organizado tengan tanta fuerza ha sido la complicidad con los gobiernos civiles y la omisión del gobierno federal para decidirse por una política de combate efectiva, que no sean slogan o buenas intenciones, porque esto como han dicho los obispos, “los abrazos ya no alcanzan a cubrirnos de los balazos”. 

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