Caballo de Troya| Comunicación Social del Congreso, entre lo mismo y algo distinto

Por Isaac Flores Pineda

De una década a la fecha, la vocería del Congreso de Guerrero ha sido un espacio visto por muchos como un reducto para tener dinero fácil, impulso político o agencia para colocar a un “delfín” del líder del partido dominante en la Cámara en ese momento.

La salida de Alfredo Sánchez Esquivel de la Jucopo por no alinearse con el fundador del felixismo devino en la renuncia de César Florencio Felipe Leyva como vocero de los diputados. El codiciado espacio quedó vacío.

A Felipe Leyva lo recomendó Esther Aracely Gómez, integrante del CEN de Morena y la bancada de este partido lo respaldó, pero antes estuvo Vianey Valderrábano, a quien Pablo Amílcar Sandoval, siendo diputado local en el inicio de la pasada legislatura, colocó en ese espacio.

Antes, el periodista Jaime García Moreno fue colocado por el priísmo de la mano de su amiga, la eterna diputada Flor Añorve.

En los tiempos del PRD tampoco varió la tendencia: tras la muerte de Armando Chavarría, el diputado Faustino Soto colocó al entonces perredista y hoy morenista de hueso colorado, Ossiel Pacheco.

Sin embargo, más que la persona que quiera encabezar esa área, debería importar el perfil de lo que requiere la legislatura para quien vaya a desempeñar el cargo.

Las designaciones de la última década han dejado claro que esa Dirección es una especie de refugio para los amigos de los dirigentes del partido con mayoría en el Congreso.

Partiendo de esa premisa, Morena puede -si quiere- cambiar esa tendencia y poner a alguien que esté a la altura de lo que requiere un Congreso Local.

Al ser un espacio donde Morena lleva mano por tener la mayoría y por ende la Junta de Coordinación Política, lo ideal sería poner a alguien que realmente entienda el concepto de Cuarta Transformación, porque si bien será vocero de todos los diputados, para nadie es un secreto que los más beneficiados serán o deberán ser los morenistas.

Otro aspecto a considerar es que se fijen bien que el nuevo jefe de prensa no tenga doble agenda, es decir, que no mezcle sus asuntos personales o aspiraciones, porque ya sabemos cómo terminan esos experimentos.

Aun cuando tiene el respaldo del senador Félix Salgado y de la gobernadora Evelyn Salgado, a la diputada Yoloczin Domínguez le conviene tener un buen a operador de medios en la Dirección de Comunicación o de lo contrario tendrá los mismos resultados que obtuvo Alfredo Sánchez Esquivel, quien al no oponerse a que la delegada del CEN de Morena, Esther Gómez, le impusiera a un vocero, no se fijó que traía su propia agenda y en vez de sumar, restó para la causa.

La diputada tiene que fijarse bien, porque será esta persona quien le difunda su imagen y hará olvidar que desde la anterior legislatura su rendimiento al proponer iniciativas, es muy pobre.

Más que asignar convenios para tener el control de un sector de la prensa, esa área es un espacio estratégico que bien aprovechado puede contribuir a dar a conocer el trabajo legislativo que se realiza en el Congreso Local.

Si la gente tiene una pobre imagen de los diputados, el tener un excelente comunicador por lo menos ayudaría a que los ciudadanos conozcan quiénes son los legisladores que verdaderamente trabajan y quienes solo se enriquecen con ese gran regalo que a veces suele dar la democracia de este país.

En el Congreso del Estado, se lee en grupos de whatsapp a periodistas inconformes de todo, se necesita a un jefe de prensa de nivel, alguien con experiencia y que sepa de contenidos, además de ser un periodista con tablas, para que la jefatura de prensa no sea más un área para refugiar algún amigo o recomendado. Y tienen razón: los tiempos han cambiado y no se vería mal que por primera vez en mucho tiempo pusieran a alguien con capacidad para mostrar todo el trabajo legislativo que se hace actualmente y que la sociedad no ve, y debería.

Si ya eligieron a una mujer joven para dirigir a la Jucopo, que es un área fundamental para la Legislatura, no estaría mal cerrar el círculo colocando a un comunicador capaz y con oficio para difundir el desempeño de los de por sí desprestigiados diputados.

Y para evitar suspicacias por estas líneas, me auto descarto para ese codiciado puesto porque ni puedo ni quiero y tampoco creo que quieran.

Déjanos tu comentario