Médula| Doble rasero en Morena

Pareciera que los criterios para apoyar a las víctimas de violencia política de género son que éstas no sean de la oposición y que el victimario no sea su dirigente.

Por Jesús Lépez Ochoa

Las diputadas del PRI se solidarizaron con su compañera de Morena Yoloczin Domínguez Serna cuando denunció ser víctima de violencia política de género por parte de su compañero de bancada Alfredo Sánchez Esquivel.

La diputada de Morena Beatriz Mojica Morga se solidarizó pero con su dirigente de partido y se puso a gritarle desde la tribuna del Congreso a la priista Gabriela Bernal Reséndiz, lo mismo que Jacinto González Varona dijo en un desafortunado video, pero cambiando el sentido al mismo hecho.

En su discurso ante simpatizantes de su partido Jacinto hizo ver su homóloga priísta como alguien incapaz incluso de vestirse por sí misma, que necesita que alguien más lo haga por ella y además la ponga al lado de un varón para que éste obtenga un beneficio político.

En ese contexto suena hasta despectiva la palabra Huipil, prenda artesanal femenina que es orgullo guerrerense y que inclusive la gobernadora morenista Evelyn Salgado Pineda porta cotidianamente desde el inicio de su mandato con mucha dignidad honrando a la tradición y a las mujeres indígenas de nuestro estado.

En defensa de su dirigente estatal Beatriz Mojica señaló a Gaby Bernal de que no fue víctima, “sino cómplice”, de que Manuel Añorve haya ganado un escaño de primera minoría en la elección de 2018 y que recordar los hechos históricos no es violencia.Tiene razón, recordarlo no lo es, pero la manera en que se narran si puede serlo. No es lo mismo que a una mujer la vistan y la pongan, a que sea cómplice.

Algo en lo que también tiene razón Bety Mojica es en que son los tribunales los que deben decidir sobre el tema para no politizarlo, y Gaby Bernal le tomó la palabra formalizando su denuncia.

La ex perredista tiene mucha experiencia en el tema pues en las últimas elecciones que ha participado ha denunciado violencia de género en su contra reiteradamente, incluso de parte del hoy presidente de la República Andrés Manuel López Obrador al que calificó de misógino en 2016, como se lo recordó la ex diputada priista Erika Lührs Cortés.

Aunque es imposible que de cara a un proceso electoral que ya corre por la vía de los hechos los temas no se politicen. Ayer las diputadas del PRI y de todos los partidos apoyaban a las de Morena ante una denuncia parecida, hoy las de Morena defienden al presunto victimario.

Dice el presidente Andrés Manuel López Obrador que amor con amor se paga. En la real politik no siempre es así.

En el caso que nos ocupa parece que hay dos criterios para apoyar a la víctima:

  1. Si milita o no en Morena.

2. Si el presunto victimario es o no dirigente.
Jacinto González ya se disculpó luego de afirmar en un comunicado que sus palabras fueron sacadas de contexto; lo mismo dijo en su momento su compañero Alfredo Sánchez Esquivel quien pese a ello sigue un proceso de la Comisión de Honor y Justicia de Morena en su contra.

Ese es el doble rasero con que se mide la violencia política de género en Morena. La pesa de esa justicia está algo desequilibrada.

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