Opinión| 2024, un escenario posible


Por Celestino Cesáreo Guzmán

Hace 36 años con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo al frente, se dieron una serie de acontecimientos que cambiaron para siempre al sistema político mexicano.
La insurrección al interior del PRI de la Corriente Democrática, marcó el inicio del fin del partido único.

La elección de 1988 se convirtió en un fraude que violentó la voluntad de millones de mexicanos, pero un cambio irreversible dio inicio.

En 1989 nació el Partido de la Revolución Democrática, como la más amplia unidad de la izquierda mexicana, en alianza con los movimientos sociales.

Y se fueron cimentando instituciones que han hecho de México un país democrático y que vela por los derechos humanos y electorales; ejercen un contrapeso a la concentración de poder, a través de lo que hoy es el INE, el Trife, la CNDH, el INAI y diferentes órganos autónomos.

En la recta final del actual gobierno federal, hay un amplio sector que no termina de gustarle la forma de gobernar de AMLO, pero tampoco le apuesta a regresar al dinosáurico pasado con sus grotescas formas.

No se puede pensar en que ocurra un cambio político en México si la sociedad civil no está al frente. Urge un gobierno sin cuotas, sin parcelas, sin facciones, modernas instituciones y nuevos partidos políticos nacionales.

Ese es un escenario ideal, ¿lo entenderán los partidos políticos? El problema es que no están en buenas manos.

Empecinados como están en ponerse ellos y sus candidatos, ¿quién va a convocar a la sociedad civil?.

Sin propuestas ni candidatos fuertes, los partidos tradicionales están en la lona.

Tiene que surgir de un nuevo llamado como el de Cárdenas, hace tres décadas. Esta vez será por salvar a México.

Un escenario posible de este 2024, ante la regresión que vive el país por el desmantelamiento y hostigamiento a las instituciones por parte de la Presidencia de la República y la mayoría morenista en el Congreso de la Unión, sería que ocurra un nuevo cisma del emergente sistema político que quiere implantar el Presidente. A Miguel de la Madrid le estalló en las manos, López Obrador, juega con fuego.

Esa es la única posibilidad que tienen los partidos políticos de oposición de no ser avasallados por la 4T en 2024 como perfilan las encuestas.

Los movimientos muy amplios se dividen, y los muy cerrados se marginan. Morena, es una masa amorfa que se dirige a la división.

Tendría que emerger un nuevo liderazgo que convoque a los partidos políticos y a la sociedad civil a una gran alianza en pos de una revolución cívica y pacífica que enfile a México por el sendero correcto. Un llamado a la más amplia unidad para reconciliar a México, juntos organizaciones de la sociedad civil, partidos, instituciones y liderazgos.

Si esto se da, al igual que en 1988, el país consolidará una fuerza que rescate a México del abismo que significa el autoritarismo que se vive y la intentona de Maximato que se avisora en el horizonte inmediato.

Se puede derrotar a Morena, mirando hacia adelante, no hacia atrás.

La sociedad civil con una alta participación electoral, sepultará para siempre a aquellos que no han entendido que México ya cambió.
Si esta conjunción se da, una revolución social, cívica y pacífica surgirá para impulsar un gobierno moderno que entienda el avance del mundo y que lleve a México a la verdadera transformación.

A diferencia de 1988, hoy existen las condiciones para hacer valer la voluntad popular: hay árbitro electoral, así como la inmediatez de la información y la conciencia crítica en las redes sociales.

En política no hay nada escrito, todo es posible. Soy optimista, porque creo que los políticos debemos ser optimistas.

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