Por Celestino Cesáreo Guzmán
La irrupción de Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, como una aspirante en la búsqueda por la candidatura presidencial, para muchos fue una buena noticia, su decisión de participar como contendiente de la alianza opositora movió las fichas del tablero y ha generado expectativas, emoción, simpatías y hasta preocupaciones en Palacio Nacional.
Mujer empresaria con vocación social, sin señalamientos de corrupción, inteligente (por aquello de la narrativa oficial primero los pobres), ella venció la pobreza y salió adelante con trabajo, educación y muchos sacrificios.
Una historia interesante que contar, mujer indígena, generosa, con aspiraciones, exitosa, valiente, revolucionaria, de izquierda, inteligente, liberal, progresista, atrevida, diferente, genuina, capaz, heroica; tanto que opacó a las corcholatas y rompió la narrativa del Presidente de la República.
Debería ser arropada por los partidos de oposición.
Sin embargo, y pese a lo positivo que es su vertiginoso crecimiento, no la cuidan, no cierran filas, no la respaldan, no se solidarizan ante la embestida presidencial.
Al día de hoy, ha duplicado las firmas que fijó como meta el frente amplio y rebasa por mucho a su más cercano competidor en todas las encuestas.
Es un gran logro si tomamos en cuenta que no es militante de ningún partido y no forma parte de sus nomenclaturas; conecta con los mexicanos que estaban esperando una propuesta diferente, novedosa, fácil de comunicar y sin mirar al ominoso pasado.
Xóchitl ha dado en el clavo, con firmeza y con alegría enfrenta la embestida presidencial, con claridad se deslinda de personajes que son un lastre en la política nacional: no debe ofrecer como futuro el pasado, los mexicanos esperamos un futuro de paz y modernidad, ella muy al estilo mexicano dice que la clave para gobernar bien es hacer aún lado a los huevones, los rateros y los pendejos.
En Guerrero se le recuerda bien, del 2000 al 2006, recorrió los más pobres y olvidados lugares del estado, resolvió con agilidad la demanda social y siendo funcionaria federal levantó la voz ante el Presidente, para que otros funcionarios voltearan a ver a los más marginados de México.
Guerrero ha sido clave en la lucha política por el cambio democrático en el país, sin embargo, ha sido excluido de todas las obras insignias de este sexenio. Una mirada hacia el sur es urgente por parte del próximo gobierno federal, es ahí donde la sensibilidad de Xóchitl Gálvez toca fibras sensibles.
Cuando Xóchitl culminó la primaria sus padres fueron a hablar con el director de la escuela para pedir que ese documento le fuera entregado a su hermano, un varón con el tiempo algo podría obtener con ese documento. Una mujer no. Ese era el Hidalgo de hace 50 años. Ese es el guerrero de la actualidad en varios pueblos de nuestra tierra.
La joven con origen humilde que emigra a la ciudad y con esfuerzos, logra una carrera profesional, es la historia de miles en Guerrero.
Una mujer que de la nada emprende la batalla contra un mar de trámites y tributos, abre una empresa, genera empleos, se consolida y triunfa. Esta historia también conecta con muchos empresarios guerrerenses.
De ahí que Xóchitl debería ser desde ya, quien encabece a la oposición. La sociedad civil llenó calles y plazas. Hoy hay quien mejor puede representar a ese sector. Veremos si las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD también quieren ganar.
Tiempo al tiempo.
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