Por Julio Ayala Carlos
GUERRERO ES GENTE DE BIEN, trabajadora, honrada, alegre, y capaz, entre otras muchas cosas, que lucha día a día, por salir adelante, por tener un futuro mejor; no por nada los padres de familia envían a sus hijos, todos los días, a la escuela para ser hombres y mujeres de bien. Así ha sido siempre, y no tengo la menor duda que quien gobierna el estado, trabaja en ello, poniendo su mejor esfuerzo para que a los guerrerenses les vaya mejor. Así lo creo, como lo creen miles de guerrerenses.
Sin embargo, habrá que decirlo, contrario a los esfuerzos de quien gobierna Guerrero, es decir, Evelyn Salgado Pineda, lamentablemente nos encontramos diariamente con funestos y trágicos hechos: muertos, ejecuciones, levantones y desapariciones, principalmente en Acapulco, el principal municipio del estado, pero también en Chilpancingo, e Iguala, sin dejar de lado otras municipalidades, ya de la Costa Grande, de la Tierra Caliente, la región Norte y por supuesto, la Centro.
¿Cómo es que llegamos a este punto? El cuestionamiento, sin duda, tiene varias respuestas, que van desde una verdadera atención al problema de la violencia y la inseguridad pública, hasta la negligencia y falta de atención de éstas, y lo más grave, la colusión de las autoridades de gobierno con los delincuentes, sin dejar de lado, y quizá esto es lo más importante, pero además de suma gravedad, la falta de aplicación de la ley.
En consecuencia, habría que preguntarse, lo que ocurre en Guerrero y el país, ¿es un asunto de impunidad?
Porque, si bien es cierto que existen cárceles, llamados pomposamente Centros de readaptación social, prácticamente repletos de gente inocente, la inmensa mayoría de quienes tuercen la ley y cometen delitos, o lo que es lo mismo, los delincuentes, siempre están fuera, paseándose por las calles, teniendo vida pública y social. Otros más, haciendo negocios al amparo del poder, o haciendo campaña para ser diputados, alcaldes, síndicos o regidores por decir lo menos.
Por supuesto, la violencia en Guerrero, y el país, no sólo es culpa del gobierno, que si bien es su obligación prevenirla, perseguirla y combatirla, mucha culpa tiene de ello la sociedad en su conjunto, que cree que con ir a votar el día de las elecciones, cumple con su deber ciudadano, cuando su responsabilidad y obligación es vigilar y exigir resultados efectivos de las autoridades.
Así, salvo quien encabeza y gobierna el estado, el resto se ocupa de todo, menos de lo que le corresponde. Así, mientras diariamente se suceden los muertos, hay quienes simulan trabajo, otros andan de fiesta y otros más ocupándose de sus negocios. Algunos andan ya en campaña, otros defendiendo a diputados por violencia de género, y algunos más rogándole a Marcelo Ebrard para que no se vaya de Morena.
Es decir, todos andan en sus propios asuntos, menos en la responsabilidad que tienen, de tal forma que por más que Salgado Pineda tenga el ánimo, el interés, el compromiso y trabaje por mejorar las condiciones de vida de los guerrerenses, robándole incluso horas al sueño, los resultados son insuficientes en problemas como el de la violencia y la inseguridad pública existente.
Se requiere, sin duda, el trabajo de todos, de manera coordinada, incluyente, más allá de credos y de partidos políticos, reconociendo, por supuesto, que se requiere el esfuerzo conjunto.
De lo contrario, día a día seguirán los muertos, las ejecuciones, los levantones y las desapariciones, incluso de funcionarios de seguridad pública como ya ha estado ocurriendo en Guerrero.
Sin embargo, como decíamos al principio, Guerrero es mucho más que violencia e inseguridad. En Guerrero son más los hombres y mujeres de bien, honrados y honestos, dedicados al trabajo dentro de la ley. En Guerrero son más los hombres y mujeres que aspiran a vivir en paz y con tranquilidad.
En Guerrero, hay que decirlo, son más los hombres y mujeres de bien. Guerrero, ciertamente, no merece vivir en la inseguridad y violencia. Guerrero merece un mejor presente, y porvenir.
Comentarios: ayala.jc30@gmail.com
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