Por Celestino Cesáreo Guzmán
Marcelo Ebrard Casaubón se acerca a tomar una decisión que podría marcar un parteaguas en la historia política de este país, si decide renunciar a Morena.
Es casi imposible que el presidente López Obrador y la dirigencia de Morena se decidan a limpiar el proceso como lo plantea el ex canciller, quien al condicionar su permanencia a que se resuelva su impugnación, coloca a la 4T en una encrucijada.
Contrario a lo que esperaban muchos, no hubo anuncio de ocho columnas el lunes pasado. Marcelo con frialdad mide los tiempos. Lo cierto es que dará un golpe preciso y contundente a Morena. Él lo sabe, su derrota no estuvo en las encuestas, ésta se construyó hace cinco años desde Palacio Nacional.
Era claro y visible la determinación del Presidente de colocar a su corcholata favorita en la candidatura para relevarlo.
Marcelo marcó desde el principio, los términos en que debía darse la definición del proceso interno de Morena, colocando a este instituto político en un dilema, ya que se perfilaba (y se concretó) la imposición de Claudia Sheinbaum, al desplegar con mucha anticipación en todo el país una intensa campaña apoyada por todo el poder del estado que la colocó al frente de muchas encuestas.
Ebrard tiene una historia personal con el presidente López Obrador que no se debe desdeñar: declinó por él en el año 2000 para darle paso a su ajustado triunfo frente a Santiago Creel por la jefatura de gobierno en el entonces Distrito Federal; al ganar AMLO lo nombró secretario de Seguridad Pública, donde Ebrard llamó a Rudolph Giuliani y mejoraron de forma notable las condiciones de la ciudad en ese rubro.
En 2011, ambos se perfilaron en el PRD como precandidatos a la nominación presidencial. Es pública la polémica de ese tiempo en torno a quién ganó la encuesta, y Marcelo Ebrard nuevamente dio un paso a un lado a favor de AMLO.
El perfil de Marcelo Ebrard, su trayectoria política que incluye haber sido jefe de gobierno de la Ciudad de México, donde su trabajo fue reconocido al ser designado el mejor alcalde del mundo en 2010, así como la alta responsabilidad como canciller y su trabajo durante los años de la pandemia por Covid 19, le ganaron simpatías más allá de Morena.
Eso es lo que está en juego en estos días. La capacidad de Marcelo para dividir o no a Morena, y poner en riesgo la continuidad de la 4T. Mínimo 10 puntos en las encuestas le restará en automático
En Morena saben bien que los resultados en el Estado de México pueden ser engañosos, y la elección de Coahuila les debe haber dejado en claro los errores que no deben repetir. Si se dividen, pierden.
P.D. Sin entrar en detalles de la forma como “bajan” a Ricardo Monrreal de la candidatura de la CDMX, como dijo el clásico: “esa es otra historia”.
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