Por Jesús Lépez Ochoa
El asesinato de Ricardo Taja Ramírez es un crimen de alto impacto. Quien decidió quitarle la vida sabía que el disparo no solo sonaría en la pozolería donde lo mataron sino que tendría fuerte eco en los medios de comunicación de todo el país.
El homicidio del dos veces candidato a presidente municipal de Acapulco es perpetrado en el contexto del proceso de selección de candidatos en Morena –al cual se inscribió— y al día siguiente de que el presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo en Acapulco donde anunció la permanencia de la Guardia Nacional en el puerto, y enfatizó que la seguridad será muy importante para que el turismo venga al puerto en reconstrucción luego que fue destruido por el huracán Otis.
Esto en una conferencia mañanera en la que el primer turno de la prensa no fue para preguntar, sino para exaltar los “buenos resultados”, según quien inició la ronda de “preguntas”, de la fiscal de Guerrero Sandra Luz Valdovinos.
En la línea de tiempo está, efectivamente, su salida del PRI, en la que arremetió contra las familias de la cúpula tricolor, principalmente en referencia al senador Manuel Añorve Baños, a cuyo grupo político perteneció Taja, y al exgobernador Héctor Astudillo.
Pero quienes se apresuran a conjeturar o tratar de inducir líneas de investigación en ese sentido, no están tomando en cuenta que ambos grupos del tricolor están en este momento confrontados entre sí por los espacios al interior de su partido, del cual no solamente se ha salido Taja, sino muchos otros personajes del ámbito nacional y estatal que se han sumado a la campaña de Claudia Sheinbaum.
La salida de Taja del PRI les dejó la cancha libre para los pocos espacios de poder que le quedan a dicho partido, y tampoco era seguro que consiguiera alguna candidatura en Morena, por lo que políticamente del lado de su ex partido no parecía estorbar los planes de nadie.
Pero de la misma manera, tampoco era seguro que no consiguiera la candidatura de Morena, y de hecho, en algunos diarios en los que se consigna su muerte aparecen declaraciones hechas por el dirigente estatal de ese partido Jacinto González Varona atajando las aspiraciones de los priístas conversos al morenismo delimitando que se suman a la campaña de Claudia Sheinbaum y no a Morena, y que ellos “votarán verde” en referencia a que se sumarán al satélite heredado a Morena por el priísmo.
Aunque lo dijo por las recientes adhesiones a nivel nacional entre quienes estuvo el ex dirigente priísta Cuauhtémoc Salgado Romero, no debe perderse de vista que Ricardo taja era el cuadro más prominente sumado en Acapulco al proyecto presidencial de Sheinmbaum.
De los aspirantes a la candidatura de Morena solamente él y la alcaldesa Abelina López Rodríguez podían demostrar su peso político, no con encuestas ni opiniones, sino con votos contabilizados en la anterior elección. Él 59 mil 200 sufragios en la oposición y ella 76 mil 396 como abanderada del partido oficial, con lo cual la apuesta de género se veía favorable en ambos sentidos.
Ahí sí, la aparición de Taja debió moverle el tapete a más de uno, pero tampoco es el primer político de otro partido que les llega por una candidatura, en la pasada elección llegó a competir otro peso completo, Luis Walton, y nadie fue asesinado, así que resulta insidioso conjeturar.
Para resolver este, y todos los crímenes está la fiscal a la cual esa exaltación matutina ante el mismo Andrés Manuel López Obrador en persona buscó visibilizar, y ahora sin duda, luego de la mañanera del miércoles y el magnicidio de Ricardo Taja en el Acapulco en reconstrucción que necesita seguridad para reactivar el turismo, tiene la atención presidencial en espera de resultados que justifiquen el mayor presupuesto demandado en la “pregunta” de un tercero. ¿Qué hará?
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