Jorge Martínez | Enterado
Chilpancingo, Gro., viernes 26 de enero del 2024.- Con un mercado Baltazar R. Leyva Mancilla muy concurrido y el vaivén de las personas que acuden a degustar su comida favorita o a comprar la despensa para la casa, se observa a Marcos.
Marcos es un enfermo alcohólico, así nos lo hizo saber al momento de entrevistarlo.
Nos cuenta lo difícil que fue su vida antes de llegar a un centro de rehabilitación para enfermos de alcoholismo llamado Fe y Esperanza.
La melodía que tocaba, cimbraba hasta al corazón más duro de los que comían en las fondas del mercado.
Lo seguí y le pregunté cómo había aprendido a tocar el siku, que es una zampoña o flauta formada generalmente por dos hileras de tubos de caña o plástico de diferentes longitudes.
El arca, normalmente de siete tubos, y el ira, normalmente de seis, aunque según el tipo de siku estas cantidades pueden variar notoriamente.
Es de origen preincaico y es utilizado en países como Chile, Bolivia y otros de centroamérica y también en México.
-Yo viví en la calle, pedía la moneda para comprar para la ‘curada’ (alcohol) ahora la pido pero honradamente, toco mi música y a la gente le agrada y es ahí donde te da la moneda-, comenta Marcos.
-¿Cuánto ganas al día? Se le cuestiona.
-Varía, depende de cómo esté de humor la gente y si es tiempo de quincena-, pero ya más adelante nos da el dato (no quería), gana de 200 a 400 pesos diarios.
No nos quiso decir cuánto tiempo llevaba sin beber, y solo dijo que agradecía a Dios llevar otras 24 horas más sin alcohol y a AA porque ahí aprendió a tocar sus instrumentos musicales.
-El programa sí funciona, para el que quiere, yo no quería y no podía, pero ahora mis tres hijos y mi esposa son los más felices y los más tranquilos cuando llego a mi casa en la colonia PRD-, contó.
Con mucha tranquilidad Marcos cuenta que Alcohólicos Anónimos es un programa maravilloso, que ayuda a muchas personas y que lo ha ayudado a salir adelante.
Hace hincapié al final de una parte de la literatura del programa de AA, y señala:
-Nosotros los alcohólicos somos seres diferentes, muchas veces juzgados y humillados por gente que no conoce el programa, somos seres distintos como aquellos a los que les cortan las piernas, y ya nunca les van a volver a crecer, qué quiero decir, que nosotros ya no podemos regresar a tomar socialmente-, expresó.
Por último nos comenta que su vida diaria es andar en restaurantes, fondas, en el Centro de Chilpancingo y a dónde su nueva vida, como él la llama, lo lleve.
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