Por: Marco Antonio Adame Meza.
Hace unos días se entregó el premio nobel de economía a los profesores Daron Acemoglu y James A. Robinson que en 2012 publicaron el libro “Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”. La obra responde a su título, y explica cuáles son las consideraciones por las que algunas naciones prosperan y otras no.
Hace algunos años, a sugerencia del Dr. Secundino González Marrero, decano del IIEPA IMA UAGro, leí la obra, lo hice porque en las clases que ofrece a las y los estudiantes de Ciencia Política de manera recurrente acude al texto de los profesores para explicar, que no son las condiciones geográficas, la circunstancia cultural o la falta de tecnología las variables determinantes del desarrollo de un país. Y es que la tesis principal de la obra, se sostiene en el fortalecimiento de las instituciones, para lograrlo, es importante que existan procesos de reforma que promuevan la limitación de las élites extractivas responsables, en gran medida, de frenar el desarrollo y el progreso de las naciones.
Este concepto es detonante. Élites extractivas. Que se refiere al grupo de personas en una sociedad con influencia política y económica que dirigen su acción a obtener el bien particular, el bienestar propio en lugar de construir, en su proceder, un bien colectivo, común.
Dicho sea de paso, esta distinción está basada en la clasificación clásica de Aristóteles. Lo que distinguía a los gobiernos rectos de los corruptos era la noción del bien y en dónde se depositaba. Si el bien estaba en lo particular, entonces eran gobiernos corruptos y si estaba en el ámbito común, eran gobiernos virtuosos.
Las élites extractivas, es un concepto que no incluye una metáfora, pues literalmente estos grupos de personas extraen los bienes públicos, los recursos naturales, el capital humano y las aspiraciones de todo un pueblo de una nación. Extraen, es decir, toman parte de todo, desde la raíz.
En México, tenemos muchos ejemplos al respecto. En algún momento histórico esas élites extractivas lo hicieron con recursos naturales (en la colonia) en otras circunstancias lo hicieron con la tierra (el porfiriato); en otras etapas fueron a partir de los privilegios económicos (etapa posrevolucionaria) y en otras más a partir de la venta y privatización de empresas estatales promoviendo monopolios en el país (etapa neoliberal); también es verdad que estas élites van más allá del ámbito político; lo está en el sector empresarial nacional y transnacional; y por supuesto, en el crimen organizado que ha capturado, en muchos casos, a las instituciones públicas del estado.
Las elites extractivas consideran que lo público es privado, que las instituciones del estado son suyas y que les pertenecen, que el erario es para uso personal, que no tiene nada de malo servirse pues no todos somos iguales, hay unos que siempre mandan y otros que obedecen. Ejemplos, muchos. Estas inercias patrimonialistas no distinguen ideologías políticas o conocimientos, los hay en todas las épocas. El asunto está en qué tanto, la ingeniería institucional permite que estas prácticas no solamente se ejecuten, sino que incluso se normalicen y se consideren parte del sistema: “La política es así”. El asunto está, a decir de los economistas galardonados, en promover instituciones sólidas, inclusivas, fomentando la participación de las personas en políticas y en actividades económicas, garantizando derechos, fomentando innovación científica, educación y fortaleciendo el mercado laboral. Estos aspectos como detonantes de desarrollo y prosperidad de las naciones.
A todo esto. El libro, dicen los que saben, será analizado como ahora acudimos a las referencias profundas de los clásicos económicos y políticos de las ideas contemporáneas. Más aún por el momento en que nos encontramos, por un lado, el desafío está en el fortalecimiento de nuestras democracias generando al mismo tiempo bienestar en las personas, condiciones de igualdad de oportunidades, acceso a servicios, seguridad, y sobre todo respeto a los derechos humanos.
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