
Jorge Martínez Dionicio | Enterado
Flores casi al doble afuera del Panteón Central de Chilpancingo, los que se autoemplean con poco trabajo y baja asistencia de la gente en este primer Día de Muertos… Aún así, las personas cantan al pie de la tumba de sus difuntos.
El día pareciera ser soleado y de pronto después de las 2 de esta tarde se nubla. Aparece Juanito, nos platica que hay poca gente que lo alquila para acarrear agua desde la pileta del panteón, hasta la tumba.
Juanito nos dice que estos días 1 y 2 de noviembre, en años pasados, normalmente gana entre mil y mil 500 por día, sin embargo, en esta ocasión percibía poca gente.
Al adentrarnos al Panteón Central de Chilpancingo, ubicado en la calle Morelos la queja fue la de siempre… Las flores están caras.
El manojo de cinco flores de terciopelo está en 20 y 25 pesos, la de Cempasúchil está en 50 y 60 pesos y el ramo a 70 pesos; las cadenas de material plástico están entre 80 y 100 pesos, lo que significa un aumento del 30 y 40 por ciento.
En los pasillos, entre las tumbas, se observan unas muy coloridas, muy limpias, llenas de flores, pero hay unas a las que ya olvidaron, y no las visitan.
Chilpancingo, según autoridades municipales, espera la llegada de 35 mil visitantes de hoy a mañana.
La vigilancia se observa adentro y afuera del panteón.
La ofrenda dedicada al alcalde fenecido Alejandro Arcos, se observa imponente en la entrada del panteón.
Con todo y un día que se fue tornando triste, por lo nublado del día, los capitalinos cantaron el «Cielito Lindo», «Amor Eterno», «Que Falta Me Hace mi Padre», «Señora, Señora» y aquella que dice:
«Unas lloran de tristeza, otras de dolor sincero… Unas si no me equivoco, le están llorando al dinero»… 20 Mujeres de Negro.
Otra que dice: «el día que yo me muera, no voy a llevarme nada, hay que darle… Gusto al gusto, la vida pronto se acaba, ya muerto voy a llevarme… No’más un puño de tierra de Antonio Aguilar.
El cielo comienza a llorar… Alrededor de las 3 de la tarde, llueve… Algo suigéneris el Día de Muertos.
Y así, la gente, poca, mucha, disfrutó un primer día de Todos los Santos muy diferente, triste, desolado, pero a la vez adornado con el llanto del cielo que cayó en una capital que está de luto.
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