Por Libertad Sánchez Carreto
La Universidad Autónoma de Guerrero vive un proceso de elección en el que las universitarias y los universitarios somos partícipes. Hace varios meses, los integrantes de la organización política a la que pertenezco, el Frente por la Reforma Democrática de la Universidad Autónoma de Guerrero (FREDEUAG), fuimos convocados para conocer las propuestas de cuatro posibles aspirantes a dirigir los destinos de nuestra institución: el doctor Alfredo Romero Olea; el doctor José Legorreta Soberanis; el maestro Efrén Arellano Cisneros y el doctor Joel Ramírez Espinoza. Es necesario puntualizar que, desafortunadamente, ninguna mujer fue propuesta.
Asumo que los contextos cambian en el tiempo, no así los acuerdos internos de una organización que, según sus estatutos, “basa su autoridad en la justeza de su línea político-académica, en el ejemplo de sus integrantes en su quehacer y en su relación con la comunidad universitaria”.
Hace algunos días, en un comunicado de nuestra Dirección Política, se anunció que serán tres los candidatos que pretenden tomar el mando de nuestra Universidad. Se descartó al doctor Joel Ramírez y, en una posible reelección, reapareció el doctor Javier Saldaña Almazán.
Nuestra Universidad, durante administraciones del doctor Javier Saldaña Almazán, tuvo avances sustanciales y, en los últimos ocho años, se vieron fortalecidos diferentes procesos académicos y de infraestructura, que consideramos serán el legado. Al doctor Saldaña Almazán le reconocemos que tiene la sensibilidad política necesaria, así como el reconocimiento académico suficiente, para comprender que los procesos de transformación consisten en saber cuándo se debe dar paso a la transición y al relevo institucional.
Ante los cambios por los que atraviesa nuestra Universidad, ante las demandas justas de una sociedad que se ha transformado, creo que, si bien el Doctor Javier Saldaña ha hecho un gran trabajo y bajo su liderazgo ha hecho trascendentes aportaciones para nuestra Universidad, apelo a su sensibilidad social, política y académica y lo conmino a que reflexione sobre los actuales acontecimientos que nos rodean y considere que es momento de pasar la estafeta a nuevos liderazgos en beneficio de nuestra comunidad y de nuestro estado.
Los liderazgos de nuestra organización deben reflexionar sobre el proceso de cambio que se vive al interior de nuestra institución; deben comprender que detentar el poder es para servir a fines de bien común, para el progreso social y para la construcción de futuro. Es momento de mirar hacia adelante, sabiendo que tenemos una sociedad distinta, que nuestro estado y el país han cambiado.
Nuestra institución es plural, con estudiantes, docentes y trabajadores de diferentes agrupaciones políticas, que hoy más que nunca tienen un papel importante, no para buscar o negociar espacios, sino en la imperiosa primacía de consolidar una institución volcada a atender la educación de un estado rezagado en todos los ámbitos como lo es Guerrero.
Los sindicatos, organizaciones y agrupaciones son instituciones que las y los trabajadores han consolidado en nuestra Universidad. De quienes esperamos independencia, pensamiento crítico, libertad de cátedra y responsabilidad social. Rechazo cualquier sumisión al poder, que considero va en contra del espíritu intelectual y universal de la Universidad Pública. Exijo, pues, que se honren en forma y fondo los estatutos sobre el quehacer académico y administrativo que rigen nuestra vida interna.
Las y los estudiantes de nuestra UAGro son la razón de nuestra existencia. Es por ellas y ellos que debemos perseguir un ideal democrático, evitando a toda costa ser rehenes de luchas de poder. Somos una institución académica y nada ni nadie debe mermar el esfuerzo de los miles de trabajadores, estudiantes y personal que a lo largo de muchos años han levantado la voz por la democracia e igualdad. No podemos ser cómplices de ningún tipo de coacción, hostigamiento o intimidación a estudiantes, docentes o trabajadores.
Nuestra Universidad no necesita reorientar su misión, pero sí la manera en cómo lograrlo. Hoy más que nunca tenemos que dar ejemplo de lo quedó plasmado en el alma fundacional de su misión. Nuestros procesos internos no pueden estar supeditados a un interés del poder por el poder, sino que deben significar siempre una profunda transformación social. Una transformación en la que, por cierto, las mujeres no hemos ocupado un lugar igualitario.
Allá afuera la sociedad nos observa. Aquí adentro, confiamos en que los principios democráticos, progresistas, sociales y justos prevalezcan, para que en armonía con la Cuarta Transformación predomine el objetivo de una Universidad Pública: dar al Pueblo educación para que el Pueblo decida su futuro.
Por todo lo expuesto, y con la seguridad de que los principios básicos de democracia y libertad serán respetados en nuestra organización, coincido con el proyecto del maestro Efrén Arellano Cisneros, quien garantiza la inclusión de las mujeres en proporción igualitaria en todos los niveles y además responde a las exigencias que esta transformación universitaria requiere.
Déjanos tu comentario