Por Misraim Olea Echeverría
Hace una semana del terremoto que cimbró a Guerrero, pero principalmente a Acapulco. A 6 días de distancia ha quedado en evidencia la falta de atención de los alcaldes salientes, quienes escudados en la conclusión de sus responsabilidades se han hecho a un lado en la atención de las familias damnificadas.
Las y los presidentes municipales son la autoridad más cercana al ciudadano, son quienes se encargan de llevar servicios públicos, seguridad y bienestar a las familias de su municipio.
En un desastre natural, el gobierno municipal es el encargado de coordinarse con el estado y debido a su cercanía con los habitantes está obligado a informarse y pasar esa información al estado, y este último a la Federación.
Los desastres naturales no avisan y nadie está preparado para enfrentarlos, por ello es que la coordinación y disposición de las autoridades es indispensable.
El pasado 7 de septiembre Acapulco sintió uno de los movimientos telúricos más fuertes de los años recientes; Protección Civil Estatal se vio superado y aún continúan recopilando información de los daños y damnificados.
Algunos munícipes han brillado por su ausencia, el caso de Acapulco, lugar del epicentro, es el más evidente.
Algunos alcaldes y alcaldesas han optado por ignorar los daños, lo que debería alertar a quienes tomarán protesta el próximo 30 de septiembre, porque les heredarán un problema que, sin apoyo de la Federación, crecerá de manera significativa.
El gobernador Héctor Astudillo ha convocado a alcaldes y alcaldesas a trabajar para resolver la problemática, algunos se han sumado otros más esperan con ansia que estos 15 días pasen rápido.
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