Por Jesús Lépez Ochoa
Aunque promete dar continuidad al proyecto de Andrés Manuel López obrador el senador Ricardo Monreal Ávila, presidenciable, no al igual que otros por obra y gracia del dedito del presidente, pintó su raya del mandatario al ofertarse a sí mismo como el conciliador que el pueblo de México necesita.
“Voy a continuar el proyecto de Andrés Manuel López Obrador profundizando la vía democrática y conciliando al pueblo de México”, afirmó en Acapulco el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.
Esa declaración expresa disciplina, ya que habla de continuidad al proyecto del que forma parte y para el cual ha sido un excelente operador político en el Senado, según se encargó de destacar él mismo y sus pares del PRI y el PRD Manuel Añorve Baños y Miguel Ángel Mancera, cada vez que tuvieron oportunidad durante el evento de tres tiempos (presentación de taller legislativo para jóvenes, conferencia de prensa, y presentación de libro de Monreal) que se llevó casi toda la mañana del pasado viernes en el hotel ElCano.
Pero también denota una expectativa insatisfecha con la democracia tanto en Morena, partido del cual busca ser candidato y le critica el método de encuesta para proponer el de elecciones primarias, como en el propio gobierno de López Obrador pues de éste hablaba cuando mencionó que continuará su proyecto “profundizando la vía democrática”.
Incluso al prometer que conciliará al pueblo de México se desmarca de las polarizaciones de clase promovidas desde la presidencia de México, ya que la conciliación es un procedimiento que suaviza o regula el conflicto desde personas o instituciones mediadoras que no forman parte de la disputa.
Es decir, Monreal se oferta como mediador, resaltando el conflicto o los desacuerdos entre el pueblo mexicano derivado del proyecto al que ofrece dar continuidad, y desde otras fuerzas políticas se refuerza esa narrativa, por ejemplo, al haberlo llamado el senador priísta Manuel Añorve hasta en tres ocasiones “el hacedor de acuerdos”.
El mote me recuerda al utilizado por Sir George Frazer en su libro La rama dorada (publicado en 1890) para describir a los médicos brujos de la antigüedad a los que llamó “los hacedores de lluvia”.
Solo que a esos brujos el pueblo los apedreaba cuando no lograban hacer que lloviera sobre sus siembras. Monreal debe tener cuidado que no le pase lo mismo con quien en su partido han asumido como la personificación misma del pueblo, y con quien debe forzosamente convertirse en “hacedor de acuerdos” si desea ser el candidato de Morena.
Esto porque acéptese o no México continua siendo un régimen presidencialista y en los hechos hay un primer morenista de la Nación, que de entrada destapó a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier y a Rocío Nhale entre las opciones a las que apunta su “dedito”. Pero no a Ricardo Monreal.
Por eso el senador construye su plan B de la mano de sus pares del PRI y el PRD que lo van a placear por todo el país impartiendo talleres legislativos, presentando libros y construyendo la narrativa del “hacedor de acuerdos” cuyas keywords son “pluralidad” y “conciliación”.
En el evento de Acapulco también estuvieron la senadora Nestora Salgado, la diputada priísta Julieta Fernández Márquez , la morenista Leticia Castro Ortiz, así como el dirigente estatal del PRD Alberto Catalán Bastida; el del PES, Marco Antonio Santiago; y el dirigente municipal del PAN Jorge Elías Catalán.
La respuesta no se hizo esperar de parte de otro senador simpatizante de la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, el zacatecano José Narro Céspedes, quien al día siguiente ya estaba en Acapulco para decir a Monreal que espere los tiempos, lo cual está claro que su paisano no hará porque su carrera hacia la candidatura ya comenzó, y puede no terminar en Morena.
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