Por Carlos Eduardo Ortiz Moreno
La restaurantera Cira Zavaleta Ventura, mejor conocida como Cira La Morena falleció esta noche, víctima del SARS-Cov2, confirmaron sus familiares que comunicaron el deceso a toda la comunidad turística de Guerrero.
Su hija, la también restaurantera conocida como Juana La Cubana confirmó el deceso en su cuenta abierta de Facebook.Por siempre serás mi guerrera, el más grande amor que pude recibir en la vida me lo diste tú mamá, por siempre estarás en mi corazón, mi Cira la Morena.
Ambas tienen sus restaurantes en la comunidad de Barra Vieja, en el oriente de Acapulco, que es considerada la cuna del pescado a la talla, un manjar que —acompañado de tortillas hechas a mano y salsa picosa— un platillo de talla internacional y cuya paternidad reclaman diversos personajes del gremio gastronómico acapulqueño.Cira La Morena es considerada como uno de los íconos de la gastronomía en esa zona de Acapulco que, desde hace poco más de 50 años, fue la zona donde tenían su feudo los hermanos Roberto y Santos Godoy Mena, los auténticos pioneros de los restaurantes y la cocina de pescados a la talla.
De acuerdo con relatos de los propios restauranteros que hay en Barra Vieja, los hermanos Godoy eran los reyes de todo ese territorio de belleza natural que se encuentra junto a la desembocadura del río Papagayo en el Océano Pacífico.Veinte años después y tras el fallecimiento de ambos, los diversos trabajadores que fueron sus cocineros y meseros se animaron a construir sus propios negocios, entre ellos Cira La Morena que había sido cocinera de la madre de Patricia Toscana, exdirectora de Radio y Televisión de Guerrero.Ir de vacaciones a las playas de Guerrero representa no solo disfrutar del sol y las olas, sino también deleitarse con su gastronomía.
El mejor emblema de esta comida de la costa es el Pescado a la talla, el cual es abierto en mariposa y es cocinado a las brasas, al cual se unta con una salsa roja preparada con chiles y especias.
A esta delicia le llamaron pescado a la talla, designado así porque los pescadores clavaban la varilla con los pescados insertados, todos a la misma altura, o talla, encima de las brasas.Cira Zavaleta Ventura murió en el hospital del Prado donde era atendida por los síntomas del COVID-19, enfermedad que finalmente le quitó la vida.
Cira era ícono de Barra Vieja: Tico MendozaCira se autodefinía como la propietaria de un restaurante tradicional de mariscos cuya historia comenzó hace más de 40 años, y se autonombraba como una morena que le ponía sabor a todo lo que hacía. ¿Y cómo no? Cira tenía un ritmo musical en todos sus movimientos y sensualidad natural por sus raíces africanas.
Proveniente de la comunidad Lo de Soto, Oaxaca, Cira vino a la conquista de Acapulco. Con una mano adelante y otra mano atrás, como coloquialmente se define a quienes vienen a la aventura y a sobrevivir a la ciudad donde el más chimuelo mastica tuercas. Donde el clasismo es el pan de cada día, por decirle así al látigo de desprecio contra los indígenas y los negros.
Y comenzó su propia aventura. Primero puso una enramada sobre la playa de Barra Vieja. Su labia causó furor entre los comensales que visitaban forzosamente el restaurante de Beto Godoy y Santos Godoy que comenzaron a sentir los estragos de la competencia… y de la vejez.
Poco a poco levantó su restaurante. El éxito lo llevaba en el cuerpo y en sus manos. Años más tarde construyó ¡otros tres restaurantes! Y los llamó Cira La Morena 1, Cira La Morena 2, Cira La Morena 3 y Cira La Morena 4.
Siempre pensó en la gente de la comunidad, siempre tuvo el buen corazón hacia la gente de ese poblado, recuerda José Alfredo Mendoza López, mejor conocido como Tico Mendoza, quien la define como una mujer sin envidias, con un corazón igual de grande que su pecho y con un sentido de responsabilidad por hacer cosas buenas para sus comensales.
Cira siempre estaba la pendiente de la cocina, de donde había salido para hacer su propio éxito.Tico Mendoza narra que el lenguaje costeño de Cira La Morena era del estilo de los cuajileños:—Aprendan hijas de la chingada para que mañana también pongan su restaurante y no todo el tiempo estén trabajando conmigo.Los gritos los dirigía a las jóvenes que la acompañaban en la cocina de sus restaurantes.
Sus cocineras tomaban esos gritos como un aprendizaje que no se da en ninguna escuela sino en la propia vida.Como todos los negros de Cuaji, Cira era amante de las alhajas de oro y adoraba lucirlas en sus manos, brazos, cuello… y en sus orejas.
Cuando ella iba al mercado a comprar sin sus alhajas puestas, por el temor de ser asaltada o vejada por la delincuencia, nadie le hacía caso. Y nomás la veían con sus alhajas puestas todo mundo le ofrecía sus productos. Mire, Cira, aquí hay pescado barato, fresco, dígame qué quiere, recuerda Tico Mendoza.
Cira tenía una filosofía sencilla del trabajo: la buena atención al cliente y la buena comida tienen que ir de la mano, porque si no hay eso valen para pura chingada, como decía.
Nunca tuvo envidia, siempre quiso que sus cocineras pudieran aprender bien y poner su propio negocio, salir adelante como ella lo hizo. Tenía un buen ánimo de salir de todos los atolladeros por más cabrones que fueran.Cuando le preguntaban por su receta siempre respondía:—A quien quiera le doy mi receta, cualquier la puede hacer. El sol sale para todos.
La noticia de su muerte corrió como reguero de pólvora. Y su muerte fue llorada por centenares de amigos de la familia. Las lágrimas escurrieron de los textos expuestos en las redes sociales y todos pidieron que Dios la acoja en su seno y le otorgue el descanso eterno que merece una mujer que peleó toda la vida contra la misoginia, el maltrato a los negros y el clasismo de una sociedad hipócrita.
Y con un sentimiento de dolor, Tico recuerda a Cira:—Cuando llegué a Acapulco, de Pitayo, municipio de Cuajinicuilapa, Cira me mató el hambre. La verdad, con dinero o sin dinero, siempre valía ahí. Fue una mujer que siempre supo apapachar y proteger a la gente de la Costa Chica. Nos decía… aquí dinero no te doy, te doy trabajo y te doy comida. La quise mucho y la sigo queriendo.Cira La Morena tenía todavía muchos sueños con su nuevo negocio en Costa Azul.Pero el maldito COVID-19 le cortó las alas.Silenció sus gritos y paralizó su alegría minutos después de la medianoche de este martes. Descanse en paz.
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