_Por: Celestino Cesáreo Guzman._
En la elección más grande en la historia del país, será también la más compleja, por la circunstancia que ha ocasionado la epidemia de Covid-19.
Será un ejercicio donde la voluntad de la ciudadanía se manifestará en las urnas para decidir el dilema de toda elección: continuidad o cambio a una forma de ejercer el poder.
En el proceso electoral en Guerrero se definirá la gubernatura, 28 diputaciones de mayoría relativa; 18 diputaciones de representación proporcional, 80 presidencias municipales con sus sindicaturas y regidurías.
¿Qué es lo que está en juego en este proceso electoral?
Para intentar responder esta pregunta, diría que en primer lugar, deberá demostrarse la capacidad de los partidos políticos, el árbitro electoral y las autoridades sanitarias, de minimizar el riesgo de los ciudadanos al acudir a emitir su sufragio.
En ese sentido, hay que decir que la epidemia tomó por sorpresa a la autoridad electoral y no será posible utilizar las urnas electrónicas para votar; tampoco se considera emitir el sufragio a través del correo electrónico mediante firma certificada, incluso a través del servicio postal mexicano.
No es exagerado decir que en esta elección está en juego la calidad y el futuro de nuestra democracia de los próximos años. Una confrontación con quien piense distinto, la excesiva concentración de poder en las cámaras y en los gobiernos locales, ha colocado al país en la ruta de la ruptura, como ya ocurre en la Conago.
Programas cancelados, y la operación de las dependencias comprometidas por una austeridad que redirige el presupuesto hacia las prioridades del Ejecutivo, nos deben alertar que también está en juego la viabilidad de las instituciones
Así como la garantía de un piso parejo para la competencia política.
En la elección del 2021, los ciudadanos tendran en sus manos ratificar una mayoría en las cámaras o establecer equilibrios. Ya tuvieron para muestra un botón.
Los guerrerenses han mostrado en décadas recientes, que ningún triunfo o derrota son para siempre, sucesivas alternancias en los gobiernos estatal y municipales, el Congreso de la Unión y el Poder Legislativo de Guerrero, son muestra de que la confianza se otorga pero tambien se retira.
Por eso se equivocan quienes presumen triunfos anticipados, los que creen que los ciudadanos pueden ser manipulados con la historia de un país feliz, feliz, feliz, que zozobra ante la disyuntiva de morir por el Covid-19, la incesante violencia, o sumarse a las filas de la pobreza.
Se equivocan quienes creen que transformar al país es dividirlo, cerrar los caminos del diálogo, y alentar la confrontación. Hoy vemos cómo un grupo de 10 gobernadores abandona la Conago.
Se equivocan quienes le apuestan a programas clientelares que no generan capacidades ni impulsan el desarrrollo económico, y demostrado está, han profundizado la pobreza en México y en Guerrero.
Ante la crisis que vive el país y nuestra entidad, debemos alejarnos de la polarización que se impulsa para defender una tesis de gobierno.
Es preferible colocarnos en un punto medio: no reconocer avances de nuestros gobernantes es egoísta; pero dejar de señalar errores, equivale a cerrar los ojos a la realidad que todos los días golpea.
El poder desgasta, y el poder ejercido de manera unipersonal y equivocada ocasiona un desgaste mayor.
Quienes no quieran reconocer que la popularidad se fuga en las grietas que se abren por contradicciones e ineficacias, los efectos dañinos de una crisis sanitaria y económica y la mala ejecución de programas, conocerán su realidad en el proceso de 2021.
Es tiempo de definir si estamos a favor de la construcción y desarrollo de una democracia real, o a favor de la simulación.
El cambio en nuestro estado será de fondo, de forma y con todos o no será.
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