
Por Marco Antonio Adame Meza.
En torno al 25 de noviembre, fecha próxima en que se conmemorará el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, las instituciones públicas y sectores de la sociedad civil organizada se proponen 16 días de activismo, mismo que une esta importante conmemoración con el día internacional de los derechos humanos.
En las diversas universidades y facultades, en las instituciones, el tema es analizado desde distintasconvocatorias y acciones. Por ello, vemos importantes conferencias, mesas de análisis, conversatorios, pero también acciones como la elaboración de protocolos o talleres. En ese sentido, en el IIEPA IMA UAGro, hansucedido estas iniciativas con una nueva convocatoria a la población masculina de nuestra comunidad.
Como en otros espacios, la fecha va más allá de una convocatoria exclusivamente a las mujeres, pues la construcción de una sociedad igualitaria es un asunto de todas y todos. Por ello, en estas actividades se analizan los cambios, la deconstrucción del modelo masculino patriarcal y la erradicación las masculinidades violentas.
A partir de estas experiencias, recordé atinadamente la lectura realizada, hace unos días, de Bell Hooks, escritora y activista feminista estadounidense, importante por su enfoque de la interseccionalidad entre raza, clase y género; una obra titulada: El deseo de cambiar. Hombres, masculinidades y amor, (2021).
Se trata de una de las últimas publicaciones de la autora, en ella se convoca a los hombres a un proceso de cambio, un cambio que se desprenda también del erróneo deseo de dominar, de entender el relacionamiento sexo/afectivo como un acto de supremacía masculina en el que, a través de los tipos de violencias, se ejerce el poder.
La autora, define inicialmente que el amor masculino es un aspecto que trasciende a la pareja, y lo ubica además en el amor de padre, de abuelo, de tío, de hermano o amigo. En ese contexto de relaciones humanas, los hombres han quedado, por el esquema patriarcal, imposibilitados para construir relaciones sanas y armónicas, pues no cuentan con las formas sociales de construir esos vínculos por la dificultad de expresar a plenitud y en condiciones de libertad el sentido emocional en la cotidianidad.
Este planteamiento, sostiene que el patriarcado ha negado a los hombres el acceso al bienestar emocional completo. El patriarcado promueve locuras. Es decir, que el esquema cultural del machismo,además de las acciones contra la mujer, tambiénimpacta en los hombres de manera negativa, es decir, la masculinidad afecta más a las mujeres, ya que sobre ellas recae gran parte de la violencia. Sin embargo, aunque representa un espacio de privilegio para los hombres, también les impide vivir una vida plena.
El patriarcado, sostiene la autora, es la enfermedad social más mortífera que ataca el cuerpo y la mente de los hombres. Muchos datos están para sostener que no es casual que la esperanza de vida de los hombres sea menor, que las tasas de suicidio tengan mayor presencia en el sector masculino, que las herramientaspara establecer relaciones sanas sean escasas o nulas. Por ello, se sostiene una verdadera crisis de la masculinidad patriarcal.
Bell Hooks, sostiene que “el patriarcado es un sistema político social que afirma que los hombres son inherentemente dominantes, superiores a todo y a todas las personas, a las que se les considera débiles, especialmente a las mujeres” (2021). Es decir, que el patriarcado es una forma de ejercer el poder. Una forma de organizar la vida. Pero también, es un esquema cultural, una enfermedad de transmisión social, reforzado generacionalmente, lo que significa que como tal, también puede ser modificado, un camino en el que mucho se ha avanzado desde las acciones históricas de mujeres y del movimiento feminista, pero del que, los hombres, las masculinidades, no pueden quedar sustraídas. Por el objetivo de una mejor sociedad, de mejores relaciones interpersonales, pero también y muy importante, por una transformación individual.
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