Por Celestino Cesáreo Guzmán
Defender las luchas por la igualdad no es patrimonio de ninguna sigla política. Guerrero es de izquierda con o sin el PRD, con o sin Morena.
Quienes nos asumimos como parte de la izquierda guerrerense, sabemos que el pueblo de Guerrero, desde la lucha por la Independencia y la Revolución ha sido relegado y ha soportado los abusos de gobernantes y caciques.
No es gratuito que en nuestro suelo suriano se dieran grandes luchas comandados por los hermanos Galeana; los Bravo, Juan Álvarez; Morelos, Vicente Guerrero en contra de los realistas, que derivaron en acuerdos fundacionales de la nueva República.
Cuando no existían partidos políticos, quedó de manifiesto el carácter liberal y actitud de lucha de los guerrerenses que en Chilpancingo, Iguala y Ayutla contribuyeron a la forja de la nación.
Durante la época porfiriana, Guerrero se caracterizó por la presencia de latifundios y terratenientes, el mandato se ejercía desde la capital de la República, a los campesinos se les rentaba la tierra y los aperos de labranza, y en general, una gran marginación de la población.
Llegó la Revolución con la reivindicación zapatista de Tierra y Libertad, pero al concluir ésta, con el paso de los años, los generales lucharon entre sí para repartirse las tierras como botín de guerra, y de nuevo la riqueza se concentró en unos cuantos.
Así, la pobreza y el abandono forjó una franja de la sociedad en rebelión, de ahí surgieron Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.
En años recientes distintas vertientes de guerrilla y para afrontar la escalada de inseguridad, surgió la CRAC y después las tan cuestionadas policías comunitarias.
En las circunstancias descritas, es entendible que en el ADN de los guerrerenses exista un sentimiento de rebeldía contra los poderosos, por eso el llamado de Cárdenas en 1988 caló ondo y fuerte y dio origen a un partido que retomó las banderas y le dio cause a los movimientos sociales.
Luego de un largo dominio del poder por parte del PRI, llegó el tiempo de la alternancia, pero la revolución democrática no fue fácil.
En 1989, al PRD en su primera elección le reconocieron 4 municipios; se instalaron decenas de consejos municipales populares, que terminó en una violenta represión ordenada por José Francisco Ruiz Massieu.
El PRD se convirtió en el estado, en el gran antagonista al dominio hegemónico que ostentaba el PRI. Se le llegó a denominar el partido de la sangre y la violencia, pero la sangre y los muertos los pusimos nosotros.
La alternancia política llegó de la mano del PRD a municipios como Acapulco, Iguala, Zihuatanejo y en todo Guerrero.
El cisma que con el paso de los años, ocasionó la salida de Andrés Manuel López Obrador, y los errores que se cometieron en el proceder de las corrientes, ocasionaron un desgaste que no se puede dejar de lado, muestra de ello es el resultado de la elección de julio de 2018.
Pese a ello, el Partido del Sol Azteca mostró una gran fortaleza en las elecciones municipales y ganó en 22 alcaldías, incluida la capital del estado.
En los tiempos de la Cuarta Transformación, sigue vigente el principio de que nadie puede abrogarse el liderazgo de la izquierda, sobre todo cuando en los hechos y desde las acciones del gobierno federal, a Guerrero se le excluye de los grandes proyectos de desarrollo nacional. Los de la #4t son amigos de la pobreza, no de los pobres.
Los programas asistencialistas son una reedición de políticas clientelares del pasado que ya fueron juzgadas por los guerrerenses, aparte de que están plagados de irregularidades, subejercicios, son un alivio temporal. Nada de lo que ha propuesto el Presidente indica que la vida será mejor mañana o en una generación. La trampa del paternalismo es más que evidente.
Por que las banderas de la lucha social están vigentes, estoy convencido de que el PRD es una opción al creciente número de decepcionados de Morena.
La gente castigó severamente la alianza perredista con el PAN en 2018; hoy todos los estudios de opinión nos dicen que los simpatizantes del PRD no votarían por una alianza con el PRI.
Yo he venido diciendo que el PRD y su lucha, su historia, sus mártires, son incompatibles con las acciones, historia y personajes del PRI. La firma del pacto por Mexico es aún una loza para el partido, una alianza con el PRI sería una reedición de ese lésivo acuerdo.
Es preferible acudir a nuestra cita con la historia en el 2021 con nuestras propias fuerzas, escuchar a nuestra militancia, acompañar las luchas sociales y abrirnos a la sociedad.
No debemos olvidar de dónde venimos y hacia donde vamos.
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