Por Celestino Cesáreo Guzmán
Guerrero siempre ha sido un pueblo en resistencia. Pese a ser liberales y progresistas, hemos sido desdeñados por el centro del país. Así, la deuda histórica y el agravio se acumulan y crecen, proporcionalmente al atraso y la pobreza que vivimos.
La rebeldía del pueblo de Guerrero es señal de que no estamos resignados a vivir como hasta ahora. Antes las inconformidades se expresaban a través de las armas, luego mediante la lucha política, y siempre hemos estado presentes , a la altura del tiempo que nos ha tocado vivir.
Por eso es triste ver que se ha convertido en un lugar común en los discursos de campaña, hablar de la aportación de Guerrero a la construcción del país, desde la Independencia, la Reforma, la Revolución, y en años recientes, su contribución al cambio democrático en el país, como un importante bastión de la lucha contra el autoritarismo y represión que vivimos.
Son muchas las batallas que libraron personajes como Vicente Guerrero, Los Bravo, los Galeana, Juan N. Álvarez, Juan R. Escudero, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.
Juan N. Alvarez y Vicente Guerrero llegaron a la Presidencia de la República, lo que nos debe dar una idea de la estatura política que tuvieron en su tiempo.
Desde este girón suriano se proclamaron los Sentimientos de la Nación, el Plan de Ayutla, el Plan de Iguala, que marcaron la ruta en momentos decisivos de la patria.
Desde finales de la década de los ochenta, Guerrero contribuyó con el pensamiento de izquierda y liberal, al cambio de partido único a un sistema democrático.
Desde este bastión suriano se contribuyó decididamente al proyecto del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del propio Andrés Manuel López Obrador, y de una generación de personajes que a fuerza de votos, de combatir el fraude electoral, lograron históricos avances en el Congreso de la Unión, el Poder Legislativo local, el propio gobierno de Guerrero así como los municipios emblemáticos de la entidad.
La federación en sus diversas épocas, priorizó desarrollar el país hacia el norte por la cercanía con el mercado del poderoso vecino; el centro por un entendible estrategia de producción industrial así como distribución de los productos.
Pero el resultado fue un país con un desarrollo asimétrico, con un equivocado paradigma de que mientras el norte trabaja, el centro piensa, el sur descansa. Nada más falso.
El actual gobierno federal decidió dejarnos fuera de las grandes inversiones, detuvo varios años la obra carretera en las costas y el colmo de su desdén fue la cancelación de la prometedora zona económica especial con el vecino estado de Michoacán.
Guerrero es el gran excluido de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
Ni siquiera la Secretaría de Salud que “trasladó” al puerto de Acapulco, funciona como tal. El edificio inteligente alberga una simulación, mientras las clínicas y hospitales en Guerrero enfrentan graves carencias, el desabasto de medicamentos continúa, contradiciendo el onírico discurso del Presidente.
Por eso, en la fase final de su mandato, desde el estado que ha sido solidario con todas sus luchas, le preguntamos: ¿y Guerrero cuándo?
Vienen tiempos de campaña, nos visitan los aspirantes que ya andan desde hace rato adelantados.
Por eso es justo y urgente un llamado a la patria: vuelva sus ojos al sur.
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