El pie diabético es una de las complicaciones crónicas de la diabetes y su prevalencia ocurre hasta en el 13% de los pacientes con esta enfermedad, lo que refleja un mal control del padecimiento, expuso la doctora Rosa María Pérez Vásquez, encargada del Centro de Atención a la Diabetes IMSS (CADIMSS), en la Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 9, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Guerrero.
De acuerdo con la doctora, el pie diabético aparece de manera frecuente en los adultos entre los 45 y 65 años, los cuales se encuentran en etapa laboral y socialmente activa, y es la causa más frecuente de amputación no traumática en pacientes mayores de 50 años.
Detalló que se trata de una lesión degenerativa de los tejidos y su función, debido a la enfermedad vascular o a la disfunción del nervio periférico. Explicó que previo desencadenante traumático, produce lesión y/o ulceración, infección o destrucción de tejidos profundos del pie.
Existen factores de riesgo para el pie diabético: presentar neuropatía periférica, insuficiencia arterial, deformidad del pie, presión plantar elevada, historia previa de ulceración y/o amputación, así como callosidad plantar.
Indicó que los médicos IMSS realizan una búsqueda del pie diabético que comprende la inspección y tejidos blandos, valoración del calzado, exploración musculoesquelética, valoración de síntomas de enfermedad arterial periférica y valoración de la sensibilidad del pie.
Mencionó que los pacientes con diabetes deben tener como mínimo una revisión anual del pie, y si tiene factores de riesgo, la evaluación recomendada debe ser de tres a seis meses.
Asimismo, la doctora señaló que la autoexploración y cuidado de las extremidades es diaria e incluye lavado con agua tibia y jabón neutro, sin aplicación de alcohol ni sustancias limpiadoras como Isodine, agua oxigenada, mertiolate o violeta de genciana.
“La aplicación de este tipo de sustancias pueden originar quemaduras o reacciones alérgicas; además, se debe hacer un secado completo de los pies para evitar que se genere humedad en medio de los dedos”, explicó la doctora.
Destacó que los autocuidados incluyen verificar que los pies no tengan heridas, uñas enterradas o cambios de coloración (uñas negras o signos de algún golpe). Recomendó que se acuda a un podólogo para la limpieza de los pies.
Pérez Vásquez invitó para acudir con el médico de la UMF de adscripción, en caso de identificar alguna anomalía en los pies, como úlceras, ampollas, uñas enterradas, dolor, cambios de coloración o detectar cuerpos extraños como vidrio, astillas o cualquier tipo de material enterrado en el pie.
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