Opinión| De la esperanza a la desolación

Hemos transitado de un pluralismo moderado, a un sistema de partido predominante, en donde, existe un contexto de democracia electoral, pero una fuerza con una mayor y remarcada presencia respecto al resto de las opciones disminuidas.

Por Marco Antonio Adame Meza

Mucho se ha comentado sobre las consecuencias del pasado proceso electoral: la modificación del sistema de partidos. Pues hemos transitado de un pluralismo moderado, entendiéndose así cuando existen más de dos partidos importantes con posibilidades de triunfo electoral en un ambiente no polarizado ideológicamente hablando; a un sistema de partido predominante, en donde, existe un contexto de democracia electoral, pero una fuerza con una mayor y remarcada presencia respecto al resto de las opciones disminuidas.

Es evidente que la fuerza electoral de MORENA en todas las elecciones, federales y locales, desplazó a las fuerzas políticas que en la historia reciente de la democracia habían jugado un papel protagónico.

Sin embargo, la reducción de la fuerza política de los partidos de oposición no siempre tiene que ver con la fuerza de arrastre del partido en el poder, pues ademas de ello, su declive podría ser explicado por algunas otras razones. Algunas de ellas, de carácter interno e histórico.

Ese es el caso del PRD, que en recientes elecciones su fuerza electoral quedó reducida a niveles tan bajos que no logró superar el umbral mínimo para mantener el registro a nivel nacional como partidos políticos.

Al respecto, vale la pena hacer un poco de historia.

El PRD, surge como una fuerza política que irrumpe a finales de los ochenta, a partir de una escisión del PRI, su corriente democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Hifigenia Martínez, y confluye con otras expresiones políticas, muchas de ellas de partidos de izquierda como el PMS con liderazgos como el de Heberto Castillo y Arnoldo Martínez Verdugo del PSUM.  

En esencia el espectro político en el que se posiciona el PRD en sus orígenes es un partido vinculado a valores de la izquierda, promotor de la democracia, del respeto a las libertades, de condiciones igualitarias en la competencia electoral, constructor de instituciones, con posturas progresistas, con el objetivo de promover nuevos derechos y defensores de una agenda social de combate a la pobreza y de reducción de las desigualdades.

Los primeros años de vida política del PRD, refrendaron esta idea con las primeras representaciones legislativas, con la integración de gobiernos locales y con las elecciones ganadas a nivel gubernaturas.

Por ello, desde su irrupción en el espectro político de México, su lugar siempre estuvo posicionado dentro de las tres primeras fuerzas electorales, incluso estuvo a punto de ganar la presidencia de la República en 2006.

La historia es larga, pero es importante resaltar que de 2000 a 2010, el PRD cambió su estrategia electoral, privilegiando una política de alianza, muchas de ellas, con el objetivo práctico de ganar elecciones, sin considerar una agenda política con la que, de origen, había mantenido un electorado leal.

Esta política de alianza no solamente desvinculó a un electorado sino además a una serie de perfiles políticos que, encontraron camino en otras fuerzas electorales. 

La película culmina con el pasado proceso electoral: el PRD aliado con el PRI y el PAN, apoyando una agenda política, a partidos políticos y actores políticos con los que históricamente pretendió diferencia.

En conclusión: El sistema de partidos en México es otro, se ha modificado y la realidad de fuerzas electorales debe responder a este nuevo escenario. La oposición, si quisiere mantener vigencia como fuerza electoral habrá de revisar sus argumentos, sus posturas políticas y sus estrategias en concordancia con las expresiones de la ciudadanía.

Por el momento, parece que no es así, la desorientada actuación de la oposición se asemeja los momentos inmediatos en los que un boxeador que acaba de chocar su rostro con la lona, luego de nocaut. En estos días, la oposición ha pasado de declararse ganadores de la contienda, a felicitar a la Dra. Claudia Sheinbaum, a impugnar los resultados y a no reconocer y evaluar el contundente triunfo de MORENA, desde sus propias decisiones como fuerza política.

Por lo mientras queda la historia del PRD para el análisis de una fuerza que pasó de la esperanza política a la desolación electoral.

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