Por Miguel Ángel Arrieta
Presionados por la inexorable marcha del tiempo para levantar expectativas en la competencia hacia la gubernatura de Guerrero, en la dirigencia nacional del PRI observan con preocupación la marcada desventaja que registran sus aspirantes en esta entidad, por lo que comenzaron a analizar la inclusión de personajes externos que mantienen un perfil electoral a la alza.
Independientemente de cualquier posible estrategia para recuperar el extenso terreno perdido, el PRI de Alejandro Moreno, Alito, ha recibido conclusiones de analistas políticos en el sentido de que la renovación del tricolor solo es viable si se rompe con los paradigmas de repartición de posiciones sobre las que se ha conducido el PRI durante noventa y un años.
Sí la frase de Fidel Velázquez de que “el PRI no es inmortal, sino inmorible”, es interpretada literalmente en el actual liderazgo priista nacional, entonces no está alejada la posibilidad de aplicación de nuevas fórmulas para definir candidaturas en ese partido.
Después de todo, están convencidos de que resulta casi imposible revertir una carga de negativos acumulados durante décadas en solo once meses.
De ahí que desde el edificio de Insurgentes Norte se dé seguimiento desde los primeros días del 2020 al trabajo del rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán.
De hecho, la sugerencia de proponer al académico no parte de una visión unipartidista para atraer reflectores; en realidad se deriva de un intercambio de opiniones entre dirigentes nacionales del PRI, PRD y PAN, para lograr un consenso que permita lanzar una candidatura única ante una coalición de fuerzas políticas en la cruzada por mantener gubernaturas y rescatar el Congreso de la Unión en manos de la mayoría de Morena.
Esta visión es precedida al menos por tres factores elementales a la hora de ir a la batalla:
1.- El sistema operativo del PRI en Guerrero sigue en calidad de dinamitado desde julio del 2018. La regeneración del partido no va más allá de la superficialidad del discurso de su dirigente Esteban Albarrán, por lo que, en consecuencia, carece de capacidad de movilización real y su convocatoria es raquítica.
La recuperación del priismo solo es factible si se reactivan sus células motrices localizadas en las bases, y el activismo universitario observado en los últimos cinco años, contiene el matiz suficiente para orientar posiciones electorales.
2.- En las mediciones realizadas para detectar el grado de aceptación de posibles candidatos a la gubernatura, el rector Javier Saldaña ocupa lugares aceptables para alimentar pronósticos de crecimiento electoral, por encima de los propios aspirantes del PRI, PAN y PRD; lo que irrita a personajes de esos partidos que cuestionan porqué se incluye a Javier Saldaña en las encuestas cuando él nada tiene que ver con asuntos de partido.
Pasan por alto que en diciembre del 2014, en plena crisis por la pérdida de confianza a los partidos en Guerrero, ante el resquebrajamiento del estado de derecho derivado de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, un grupo de intelectuales, empresarios, funcionarios de los tres niveles, muchos de ellos ahora insertados en Morena, propuso al rector de la UAGro como la alternativa a la gubernatura, para sanear la ausencia de credibilidad a un sistema político podrido.
3.- De manera soterrada, grupos campesinos, organizaciones civiles, legisladores, funcionarios estatales y guerrerenses radicados en el extranjero desarrollan un activismo discreto pero incesante a favor de Saldaña Almazán.
Por lo pronto, integrados en la asociación Unidos por Guerrero, poco más de cien líderes de migrantes en Santa Anna, Riverside, Los Ángeles, Anaheim, California, Las Vegas, Nevada, y en los estados de Idaho, Carolina del Sur, Georgia, Arkansas, Nuevo México, Arizona, Washington, Iowa y Tenesse, promueven el acercamiento del rector con los paisanos localizados en esas regiones.
En noviembre pasado, un asesor de Casa Guerrero preguntó al rector qué había detrás del creciente activismo detectado en favor de Saldaña Almazán, ya que se le mencionaba dentro de los aspirantes a buscar la gubernatura, pero sin tener partido alguno.
El rector, sin rodeos, adjudicó el origen de esa versión al hecho de ser aliado de las figuras del poder en todas sus expresiones y colores. “No va más allá”, dijo Javier Saldaña.
Al final de cuentas, la perspectiva de amplia sociabilización con el poder es el indicio de que los partidos pueden apostar a la aceptación del rector, ante un escenario en el que sus aspirantes internos sigan en caída libre.
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