Médula| ¡Comienza el show!


Por Jesús Lépez Ochoa

Si lo que Zeferino Torreblanca buscaba era que alguien se enganchara con él, lo ha logrado. Ángel Aguirre, sucesor suyo en la gubernatura, le dedicó completo su artículo de esta semana en el periódico El Sur donde lo destaca como alcohólico, enfermo y misógino.

Presume que él ha comparecido tres veces por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, mientras que Zeferino se dijo perseguido cuando fue citado a comparecer por el asesinato de Armando Chavarría.

« El que nada debe nada teme”, escribió luego de esta macabra comparación que ilustra los dos sexenios perredistas de Guerrero, el de él, y el de Zeferino, ¡y pone los pelos de punta!

Claro, tampoco es lo único que compara. Le disputa la autoría de obras públicas realizadas con el dinero de los guerrerenses en ese período como si fuera un gran mérito y no una obligación de cualquier gobierno hacerlas.
Obviamente ni los señalamientos de Torreblanca previos a la respuesta de Aguirre, ni ésta, son espontáneos.

Zeferino se levantó como invitado a la sesión de una asociación civil de Acapulco a la que siempre ha despreciado porque es un secreto a voces que muchos actores políticos tienen infiltrados entre sus miembros.

Y lo hizo para lanzar pullazos hacia todos los lados. Arremetió contra lo que se mueve y respira en la política guerrerense, desde la gobernadora Evelyn Salgado, la alcaldesa Abelina López, el rector electo de la Universidad Autónoma de Guerrero, Javier Saldaña, y contra Aguirre.

El único que se enganchó en ese momento fue el ex senador aguirista, y dirigente priísta, Sofío Ramírez. El único que le ha respondido directa y duramente es Ángel Aguirre.

¿Qué tienen en común aparte de ser los dos ex gobernadores constitucionales por el PRD y estar marcados por la tragedia?

Ambos luchan por su vigencia política. Contra el olvido. Zeferino más que Aguirre, hay que reconocerlo, y tiene que ver con el modo y el estilo de hacer política.

Y es que el estilo zeferinista es de buscar la confrontación y los contrastes; el de Aguirre las alianzas políticas como la que con el también ex gobernador priísta Héctor Astudillo y los ex mandatarios de otros estados están construyendo un nivel nacional.

En este caso vemos que mientras Zeferino abre muchos frentes y ataca a la gobernadora ya la alcaldesa, Ángel ya escogió al adversario y aprovecha para quedar bien políticamente con Evelyn y Abelina.

Lo cierto es que la frase inmortal de “Ni quiero, ni debo, ni puedo” de Torreblanca, lo descalifica para criticar a Evelyn Salgado que ha demostrado más arrojo que él para atender el tema de la seguridad en el estado.

Pero si bien Zeferino escupió para arriba al hablar de seguridad pública, también Aguirre lo hace al hablar de alcoholismo, algo de lo que también se le ha señalado a él. Recordemos el encabezado de la revista Proceso la noche que los huracanes Ingrid y Manuel azotaron Acapulco. “Llovía, llovía y el gobernador…”, estaba de fiesta.

Aún así hay que dejar claro que si bien Zeferino halló el rival que buscaba no se lo encontró sencillo, Ángel Aguirre es un león de la política, y de “la política como espectáculo”. De entrada, en su texto invita a Zeferino a presentar pruebas de sus dichos, lo cual es una clara invitación a que “el show debe continuar”. Así que vaya por palomitas.

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