Opinión| Marcelo Ebrard: Disciplina o ruptura

Por Celestino Cesáreo Guzmán

El canciller Marcelo Ebrard ha tomado una decisión estratégica que marcará un parteaguas en la historia política de este país.

El anuncio de su salida del gabinete presidencial le está ganando simpatías no sólo de los militantes de Morena, sino también de la sociedad civil.

La renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores es una arriesgada maniobra que ha metido presión en Morena, en una elección interna que pareciera más que definida.

Lo cierto es que hay una tendencia a favor de Claudia Sheinbaum, quien desde el Palacio Nacional recibe apoyo y han alineado el poder de los estados con mucha antelación y tiene posibilidades reales de obtener la candidatura.

Pero también es cierto que no podrán hacer a un lado el aún secretario de Relaciones Exteriores, sin pagar los costos, porque tiene las prendas suficientes para ser Presidente: tiene el talento, la capacidad, la experiencia y una visión muy propia del rumbo que requiere el país.

Ebrard ha sido uno de los miembros clave en la administración federal.

Habrá voces que digan que no lo dejarán llegar porque Claudia Sheinbaum es la consentida del Presidente, pero cuando el pueblo toma su decisión. Como en 1988 y el 2018 es difícil que lo puedan contener.

Algo es cierto, Marcelo tiene un peso político indiscutible, y su separación del cargo marcó la agenda del proceso interno de Morena y ha metido en un brete a la dirigencia nacional de su partido, y a los demás aspirantes.

El Congreso del domingo decidirá si se incorporan o no sus propuestas. Será interesante observar si se da un debate o es una sesión preconcebida.

El domingo, Morena enfrenta una encrucijada: unidad forzada, o piso parejo para los aspirantes y a Marcelo en otra: disciplina o ruptura.

Sus 40 años de carrera política, su apoyo a AMLO en el 2012. Su alto perfil en el concierto internacional: hacen imposible que Marcelo Ebrard acepte una eventual imposición de Claudia Sheinbaum; de ahí que después del próximo lunes en su primer gira nacional como aspirante, veremos el tamaño de su fuerza y hasta donde está dispuesto a llegar.

Otras fuerzas políticas también se frotan los bigotes –como se dice en el argot popular–, para invitar a Marcelo a encabezar una alianza contra su propio partido, difícil de consolidar. Pero en política todo es posible.

Marcelo Ebrard: Disciplina o ruptura.
Por Celestino Cesáreo Guzmán

El canciller Marcelo Ebrard ha tomado una decisión estratégica que marcará un parteaguas en la historia política de este país.

El anuncio de su salida del gabinete presidencial le está ganando simpatías no sólo de los militantes de Morena, sino también de la sociedad civil.

La renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores es una arriesgada maniobra que ha metido presión en Morena, en una elección interna que pareciera más que definida.

Lo cierto es que hay una tendencia a favor de Claudia Sheinbaum, quien desde el Palacio Nacional recibe apoyo y han alineado el poder de los estados con mucha antelación y tiene posibilidades reales de obtener la candidatura.

Pero también es cierto que no podrán hacer a un lado el aún secretario de Relaciones Exteriores, sin pagar los costos, porque tiene las prendas suficientes para ser Presidente: tiene el talento, la capacidad, la experiencia y una visión muy propia del rumbo que requiere el país.

Ebrard ha sido uno de los miembros clave en la administración federal.

Habrá voces que digan que no lo dejarán llegar porque Claudia Sheinbaum es la consentida del Presidente, pero cuando el pueblo toma su decisión. Como en 1988 y el 2018 es difícil que lo puedan contener.

Algo es cierto, Marcelo tiene un peso político indiscutible, y su separación del cargo marcó la agenda del proceso interno de Morena y ha metido en un brete a la dirigencia nacional de su partido, y a los demás aspirantes.

El Congreso del domingo decidirá si se incorporan o no sus propuestas. Será interesante observar si se da un debate o es una sesión preconcebida.

El domingo, Morena enfrenta una encrucijada: unidad forzada, o piso parejo para los aspirantes y a Marcelo en otra: disciplina o ruptura.

Sus 40 años de carrera política, su apoyo a AMLO en el 2012. Su alto perfil en el concierto internacional: hacen imposible que Marcelo Ebrard acepte una eventual imposición de Claudia Sheinbaum; de ahí que después del próximo lunes en su primer gira nacional como aspirante, veremos el tamaño de su fuerza y hasta donde está dispuesto a llegar.

Otras fuerzas políticas también se frotan los bigotes –como se dice en el argot popular–, para invitar a Marcelo a encabezar una alianza contra su propio partido, difícil de consolidar. Pero en política todo es posible.

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