Textos y claves| Carroñeros

Por Miguel Ángel Arrieta

Si la política es la marea en la que se revela la personalidad de los pescadores, entonces no queda duda de que la pandemia del Covid-19 es el río revuelto que clasificó a gran parte de los integrantes de la clase política guerrerense. Por lo pronto, el exhibicionismo extremo de los diputados del Congreso local para promocionar su decisión de donar un mes de salario como apoyo a las necesidades de la emergencia sanitaria, evidenció la calaña que distingue a los legisladores estatales, luego de trascender que la propuesta inicial en ese sentido fue la de contribuir con cinco meses de salario o un mínimo de tres, pero los integrantes de todas las fracciones consideraron que se trataba de una exageración y un mes era suficiente.
La iniciativa de que se integrara una bolsa con el salario de cinco meses de cada legislador fue presentada por el diputado Zeferino Gómez Valdovinos, y la apoyó el ex presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Antonio Helguera, pero al ser comentada a los representantes de las fracciones que integran la Jucopo de entrada la desestimaron, solo que por cuestiones de protocolo pidieron unos minutos para consensar la propuesta con sus respectivos grupos parlamentarios; al final de cuentas, el resto de la legislatura rechazó la donación ya no de cinco, sino de tres meses y terminó definida en un mes.
Las diputadas Mariana García Guillén y Yoloczin Domínguez Serna, ambas de Morena, dijeron que su compañero de bancada Zeferino Gómez Valdovinos, no tenía idea de lo que proponía, mientras que el resto de los diputados morenistas, al igual que priistas, perredistas e integrantes de la chiquillada legislativa hicieron mutis con el fin de enfriar la posibilidad de contribuir con mayores recursos a la lucha contra la crisis del coronavirus y el quebranto económico generalizado detonado por la misma pandemia.
De hecho, desde dos semanas antes un grupo de cinco diputados locales de Morena representantes de distritos electorales localizados en Acapulco, iniciaron pláticas para aislar a Zeferino Gómez luego de que se sintieron rebasados por la iniciativa de este legislador para instalar siete comedores comunitarios en distintas zonas de Acapulco.
Como buenos agiotistas de la política que todo lo que dan lleva una carga de intereses, los cinco diputados ven como una acción invasiva la colocación de un comedor dentro de sus respectivos distritos, en parte porque esa tarea exhibe la mezquindad de cada uno para ayudar realmente a las familias sin trabajo con una porción de comida diaria, y no limitarse a entregar veinte despensas para tomar una fotografía que promueven incansablemente en periódicos y medios digitales.
No es para menos, en los siete comedores comunitarios apoyados por Zeferino Gómez se sirven ocho mil raciones de comida diariamente, lo que sumado a las once mil porciones entregadas por el ayuntamiento de Acapulco en otros 22 comedores instalados por la alcaldesa Adela Román Ocampo, arroja un total de 19 mil platos entregados a miles de acapulqueños que se quedaron sin ingresos ante las restricciones sanitarias impuestas por autoridades para evitar el crecimiento de la pandemia.
En una declaración expresada en el programa radiofónico Secreto a voces, el propio Zeferino Gómez aplicó el calificativo de carroñeros a los legisladores que se oponen a donar cinco meses de su salario. Dijo que donar el pago de un mes es ridículo.
En realidad, el seguimiento de este episodio define que aún no se detecta la magnitud real de los daños sociales y económicos derivados del Covid-19, y ya prevalece la percepción de que la mayoría de políticos locales solo buscan llevar agua a sus molinos capitalizando la necesidad de cientos de familias, entre ellos tres ex alcaldes de Acapulco cuestionados por dejar marcados indicios de corrupción a su paso por la presidencia municipal, pero hoy ataviados con ropaje altruista semejante al de los reyes magos.
Por razones de emergencia, los regidores, diputados locales, federales y senadores, deberían mantenerse inmersos en el rediseño presupuestal de la nación y el estado, en acuerdos para integrar una nueva agenda legislativa que responda a la prioridad de disponer de una estructura de salud fortalecida, y en preparar un diagnóstico que ilustre los estragos reales de la economía.
El peor error de quienes aspiran a un cargo electoral en el 2021, es utilizar la crisis actual como plataforma de despegue cuando todavía se ignora la prolongación que tendrá el desastre provocado por la pandemia, lo que implicará sin duda seguras afectaciones a la forma y desarrollo del proceso electoral.
En el fondo, se aprecian elementos suficientes para definir que la presencia del Covid-19 es visualizada por diputados y senadores, -Félix Salgado, Manuel Añorve y Nestora Salgado-. cómo pista de hipódromo y no como la oportunidad de retomar la política para construir consensos que siembren el nuevo orden institucional de la sobrevivencia.
La clave de la crisis radica en entender su impacto social, político y financiero; no en convertirla en campaña anticipada.

Déjanos tu comentario